YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

lunes, 30 de marzo de 2009

La Montaña del arte

Santa María de Lebeña.

Esta nueva sección pretende ser una guía del arte en nuestra provincia. Comenzamos con la iglesia de Santa María de Lebeña, declarada Bien de Interés Cultural.
La pequeña iglesia de Santa María en Lebeña constituye uno de los más bellos testimonios prerrománicos de Cantabria, e indudablemente el mejor conservado y más sobresaliente de estilo mozárabe. Tradicionalmente se ha atribuido su fundación a Don Alfonso y a su esposa Doña Justa, condes de Liébana, en el año 925.
Aunque las primeras noticias de la iglesia de Santa María tienen escaso rigor histórico, debe recordarse la fábula que nos relata sus orígenes. Así, la leyenda dice que los condes de Liébana habían edificado la iglesia con la intención que albergase los restos de Santo Toribio, pero al intentar descubrir la sepultura, tanto el conde como sus servidores quedaron ciegos, por lo que éste ofreció su cuerpo y los bienes que poseía en Liébana a los monjes del Monasterio de Santo Toribio, a fin de recobrar la vista. Hecho el milagro, el conde Alfonso entregó todas sus posesiones.
El templo es rectangular (16 m. de largo y 12 m. de ancho), con tres naves, ligeramente más ancha la central, separadas por pilares de núcleo cuadrado y columnas adosadas. Estos soportan arcos de herradura, típicamente mozárabes, que se apoyan en capiteles corintios con collarino doble de tipo asturiano.
Su cabecera plana, orientada al este, presenta una triple división interior, con el cuerpo central ligeramente avanzado respecto a los laterales, y arcos de medio punto.
La cubierta de los distintos espacios se realiza, de forma independiente, mediante bóvedas de cañón, longitudinales en la nave central y ábsides, y transversales en las naves laterales. Al exterior la cubierta es a dos aguas, apoyándose los aleros sobre modillones de lóbulos plenamente mozárabes, con motivos incisos de rosáceas o esvásticas.
Lo más bello es el espacio interior con su juego de distintas alturas que en el tramo central alcanza singular elevación.
El material empleado es piedra de arenisca de la zona. Los muros, de mampostería con sillares en los esquinales, presentan un grosor que oscila entre los 60 y los 90 cm. En la fachada sur se abre un pórtico de construcción muy posterior a la iglesia, y en él se encuentra la puerta principal adintelada. En la fachada norte se halla adosado un cuerpo, también de construcción posterior, que desempeña funciones de sacristía. El campanil o torre separada del monumento es una obra neo-mozárabe construida a principios de este siglo.
De su interior destaca el retablo barroco del XVIII, con talla central del siglo XV de la Virgen, y el frontal del altar decorado con círculos que inscriben diversos motivos radiales
LOCALIZACION Y ACCESOS
En Unquera se toma la carretera N-621 dirección Potes. Superado el bello desfiladero de La Hermida y el pueblo de este mismo nombre, se encuentra una desviación señalizada a la izquierda que lleva al pueblo de Lebeña.
Foto: Juan Montañés.

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