YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Nuestra Zarzuela : Federico Chueca





Federico Chueca y Robles nace en Madrid, el 5 de Mayo de 1846, en la castiza torre de los Lujanes. Chueca es el músico madrileño por excelencia. Sus padres hicieron todo lo posible para que joven Federico estudiara Medicina, pero su temprana vocación musical le llevó por el camino de la música. En el Diario de Madrid y sobre unos exámenes celebrados en el Conservatorio el 7 de Mayo de 1855 se pudo leer el siguiente comentario: “Entre estos (alumnos) ha llamado la atención un hermoso niño, llamado Federico Chueca, que contando poco más de nueve años de edad y seis meses de lecciones, ha progresado maravillosamente, siendo pasmosos el aplomo y soltura con que este artista diminuto ejecuta en el piano algunas piezas bastante difíciles aun para personas de más edad y estudio. Los maestros y el público no han podido menos de expresar su admiración, prorrumpiendo en unánimes aplausos". En el Conservatorio de Madrid, estudió piano con José Miró, solfeo con José Castillo y armonía con José Águeda

Tras terminar el Bachillerato, ingresa en la Facultad de medicina pero sin vocación. Allí y aprovechando las vacaciones crea una estudiantina que da conciertos gratuitos.

Se inició muy pronto en las agrupaciones musicales estudiantiles. Le gustaban los ambientes nocturnos madrileños, las rondas musicales, y en una de éstas, la Noche de San Daniel en 1865 fue detenido por escándalo público y conducido a Prevención. No desaprovechó las horas en que estuvo detenido, y compuso unos cuantos valses que tituló Lamentos de un preso, basados naturalmente en su propia experiencia. Cuando fue puesto en libertad, lo primero que hizo fue ir a ver a Barbieri, para enseñarle las composiciones que había hecho. Barbieri acogió con agrado los valses de Chueca, los arregla para orquesta y los incluye en los conciertos que dirige. Aunque sus comienzos fueron difíciles, no se desanima, y para ganarse la vida tuvo que actuar como pianista en algunos viejos cafés de Madrid, como era el Café “El Vapor”, de la Plaza del Progreso, donde en 1868, tocaba el piano, al mismo tiempo realizar trabajos en los coros de algunos teatros de la capital.

Llegó a ser director de la Orquesta del Teatro de Variedades en 1874 y del Teatro Apolo en 1885.
Pero su idea era componer zarzuela y por fin llega su primer estreno con Barbieri: ¡Hoy sale, Hoy...!. que se llega a estrenar con el apoyo de los maestros Barbieri y Bretón. A partir de ese escribe numerosas partituras, y en colaboración con Joaquín Valverde y el maestro Lleó, estrena numerosas obras. Ocasionalmente también colaborará con Bretón, pero con quien colaboraría principalmente fue con su inseparable amigo Joaquín Valverde quien suplirá las deficiencias técnicas de Chueca y para instrumentar sus composiciones.
Uno de sus mayores éxitos vino el 2 de julio de 1886 con el estreno de La Gran Vía. Los números de la zarzuela rápidamente saltaron a la calle y se conocieron por toda España. También fue representada esta obra en Portugal, Italia, Inglaterra, Alemania, Estados Unidos y la América Española. Incluso fue traducida al francés y cuando se estrenó en París en 1896, alcanzó más de 500 representaciones.
En 1889, ocurrió un suceso curioso, a Federico Chueca, “le robaron la cartera” en el tranvía, con una foto suya y con dinero. La prensa publicó el suceso y a los dos días recibió un abultado sobre, en el que iban su cartera y una carta a el dirigida, y que decía:

“ Al saber por los periódicos que la cartera sustraída hace unos días en el tranvía del Este, a las seis y media de la noche, pertenece al señor Chueca, el gremio acordó en Junta Genera, devolverle dicha cartera con los tres billetes de Banco, y cinco duros mas de gratificación por parte nuestra, como prueba de respeto y admiración, al guripa de más pupila y más salero de España. Como vera usted, no nos quedamos con nada de lo que contenía la cartera, mas que con el retrato, como recuerdo para esta Academia. Dios guarde a usted muchos años y le conceda salud para que se ocupe de nosotros en el escenario”.
Y firmaban el escrito: El Rata 1º, El Rata 2º, El Rata 3º, Vº.Bº: La Chata Vº.Bº: La Pelos

Casi todas las zarzuelas de Chueca tenían un acto, sin embargo Cádiz, estrenada poco después de La Gran Vía, tuvo dos y cuya Marcha que alcanzó gran popularidad, llegó durante algún tiempo a tener el honor de Himno Nacional. Después llegaron títulos como: La Canción de la Lola, Vivitos y Coleando, Luces y Sombras, Agua y Cuernos, Caramelo, Medidas Sanitarias, La Alegría de la Huerta, El Año pasado por Agua, El Chaleco Blanco, La Caza del Oso o El tendero de Comestibles, De Madrid a París (revista en la que se utilizaron algunos números para la obra posterior De Madrid a Barcelona, referente a la Exposición Universal en la Ciudad Condal), Las Zapatillas, Agua, Azucarillos y Aguardiente, El Bateo, El Mantón de Manila, El Estudiante, su última aportación en vida a la zarzuela y el sainete póstumo Las Mocitas del Barrio.

Chueca es el máximo representante del género chico; supo describir con gran fidelidad, en sus obras, escenas y ambientes propios del Madrid de aquellos días. Su música tiene un ritmo alegre y refleja el espíritu más entusiasta del casticismo madrileño. Fue un enamorado de su ciudad, se le veía con frecuencia en los ambientes más populares de la villa, siempre con un cuaderno de notas en el que escribía, porque la inspiración le llegaba cuando se enfrascaba en los saraos y barrios de aquel Madrid en que vivía, representa lo castizo y lo popular.

En 1908, el Circulo de Bellas Artes de Madrid, y con motivo de celebrarse el 2 de Mayo, el primer Centenario del inicio de la Guerra de la Independencia, convoco convocó un concurso himnos, resultando triunfador el compuesto por Chueca, titulado El Dos de Mayo, el himno se estrenó en la Plaza de la Armería, junto al Palacio Real, pero el compositor no pudo acudir al estreno al encontrarse ya enfermo.

Federico Chueca falleció en Madrid, el 20 de junio de 1908, a la edad de 62 años, pasando la comitiva fúnebre y como último homenaje, por delante del Teatro de la Zarzuela.

Un año después de su fallecimiento y a petición popular, el Ayuntamiento de Madrid, le organizó un multitudinario homenaje, en el que se inauguró un monumento en su honor, se descubrió una placa en la casa donde vivió y se construyó un mausoleo en el Cementerio de San Justo.







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