YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

sábado, 24 de octubre de 2009

Dies Domini 25 de octubre de 2009


XXX Domingo del Tiempo ordinario


Evangelio
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, ten compasión de mí».Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí».Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo».Llamaron al ciego diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama».Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver».Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Marcos 10, 46-52
Comentario y guía de oración PINCHANDO AQUÍ

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