YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

martes, 20 de octubre de 2009

Nuestra tierra, La Montaña



Armado con su rústico equipo e inmerso
en la morrina neblinosa y saturado
en el seno de su humedad, proyecta su
recia silueta sobre las moles de Peña
Sagra. Escudriña, tal vez, una nube
que se ha “metido en un picu” y le
hace barruntar alguna tormenta.
Es un monumento vivo al hombre fuerte,
esforzado, sufrido y tenaz, que día a
día se enfrenta con los elementos,
como eterno combatiente, por la
subsistencia de sus cosechas y de sus
animales para lograr esa hierba, ese
grano, que son la base de nuestra
economía regional.
Sea esta estampa el mejor homenaje de
reconocimiento, rendido con respeto y
entrañable admiración.
¡Viva La Montaña!

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