En Cluny, un pequeño pueblo de la región de Borgoña, en el centro oeste de Francia, se levanta la imponente Abadía de Cluny, inaugurada en el 909 por el conde de Auvernia. Durante el siglo X, Cluny se convirtió en un ejemplo de vida monacal, en el mejor monasterio reconocido de toda Europa y en la mayor recinto de la cristiandad, exponente del románico borgoñes, con una longiud de 187 metros y una altura de 30 metros, una planta en cruz de Lorena, cinco naves, cuatro campanarios y un impresionante coro. En 1790 fue saqueado y destruido por unos revolucionarios, y hoy día sola se converva una pequeña parte del conjunto arquitectónico original, con la iglesia mayor y el ala sur de crucero, pese a todo el lugar merece una visita.
YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.
sábado, 14 de noviembre de 2009
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