Hoy lunes 28 de diciembre la Iglesia Católica conmemora la fiesta de Los Santos Inocentes. En este día, ya desde el siglo VI, la liturgia de la Iglesia nos recuerda la terrible injusticia sufrida por los más inocentes, la gran matanza de niños que ordenó hacer el Rey Herodes. Con ella pretendía matar al niño Jesús, por temor a que este nuevo «Rey», nacido en Belén, pudiera arrebatarle el trono (Mateo 2,13-20). Hoy en día, recordar aquello nos repugna; nos parece inconcebible pensar que alguien fuera capaz de cometer tal infanticidio y que el pueblo consintiera semejante acción contra sus seres queridos.
Pero dos mil años después, asistimos, atónitos, a una situación semejante y ante la cual, las personas de bien nos vemos como aquellas indefensas madres que no pudieron hacer nada por proteger la vida de sus hijos frente a aquella terrible injusticia. Y aún peor. Podemos contemplar con tristeza cómo son las propias madres las que, en muchos casos engañadas, presionadas o confundidas, son las que piden que sus hijos sean asesinados en su propio seno.
Los llaman “hijos no deseados” pero no nos dejan la posibilidad a los demás de que podamos conocerlos y amarlos. De ellos nadie publicará una esquela ya que no nos han dado la oportunidad de que sean nuestros “seres queridos”.
Pero estos niños no nacidos, aunque no los hayamos podido conocer en persona, son los santos inocentes de hoy, los mártires de nuestro tiempo.
Los llaman “hijos no deseados” pero no nos dejan la posibilidad a los demás de que podamos conocerlos y amarlos. De ellos nadie publicará una esquela ya que no nos han dado la oportunidad de que sean nuestros “seres queridos”.
Pero estos niños no nacidos, aunque no los hayamos podido conocer en persona, son los santos inocentes de hoy, los mártires de nuestro tiempo.
DESCANSEN EN PAZ.
Fuente: infocatolica.com
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