YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

martes, 8 de diciembre de 2009

Homenaje a la Infantería española, en el día de su Patrona

Infantería española del siglo XVI



¡Viva la Infantería española!



Del "A pie y sin dinero" de CAMILO JOSÉ CELA.

El día 8 de Diciembre, el día de la Purísima, hace mucho frió, pero nunca bastante para frenar a la infantería, que derrite la nieve de los montes. Y la escarcha de los ríos difíciles. Y el hielo que oprime a los corazones en desgracia.

La Infantería no es la materia; es el ligero y tenue soplo que vivifica. La Infantería no es la masa; es la compañía. La Infantería no es, a veces, ni el concierto; es siempre la arrebatada canción del solitario centinela, que canta para que el Cabo de Guardia sepa que está vivo.

Quien no haya sido Soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se cansa, aún le faltan muchas horas y muchas leguas para cansarse. Porque el secreto de la Infantería - nosotros estamos hablando naturalmente, de la Infantería Española, la de las cornetas en el cuello de la guerrera - es el de sacar fuerzas de flaqueza y hacer de tripas corazón. Que nunca más noble destino tuvieron ni nada mejor pudieron servir.

Ningún oficio más bello que el de infante, que lleva su casa a cuestas como el caracol y se pelea porque no admite jaques: como el león y como el gallo y el toro. Sin medir las fuerzas, que no fuera noble presentar las batallas ganadas y sin mirar atrás, porque detrás no hay nada, absolutamente nada.





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