YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

sábado, 10 de abril de 2010

Dies Domini 11 de abril de 2010




II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia

Evangelio según San Juan 20,19-31.
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes".
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan".
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré".
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe".
Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!".
Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.
Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.


Comentario del Evangelio

«Recibid el Espíritu Santo»

Todopoderoso, Bienhechor, Amigo de los hombres, Dios de todos.
Creador de los seres visibles e invisibles,
a Ti que salvas y fortaleces,
que cuidas y pacificas,
Espíritu poderoso del Padre...,
que compartes el mismo trono, la misma gloria,
la misma acción creadora del Padre...
Por ti, como intermediario, nos ha sido revelada
la Trinidad de Personas en la unidad de la naturaleza de la Divinidad;
Tú eres reconocido ser una entre estas Personas,
Tú, el incomprensible...

Tú has sido proclamado por Moisés, Espíritu de Dios (Gn 1,2):
aleteabas por encima de las aguas
envolviéndolo todo con una protección pavorosa, llena de solicitud,
has desplegado tus alas como signo de tu asistencia compasiva a favor de los recién nacidos,
y por ahí nos revelaste el misterio de la fuente bautismal...
Tú has creado, oh Señor Todopoderoso (cf Credo)
las naturalezas de todo cuanto existe,
de todos los seres salidos de la nada.
Por ti y a través de la resurrección son renovados
todos los seres creados por ti,
en el momento del último día de vida aquí abajo
y el primer día en la Tierra de los vivos.

El que tiene tu misma naturaleza,
Aquel que es consubstancial al Padre, el Hijo primogénito,
en una naturaleza como la nuestra, te ha obedecido como Padre suyo,
uniendo su voluntad a la tuya.
Te anunció como verdadero Dios,
igual y consubstancial a su Padre todopoderoso...
y cerró la boca a los que se te oponían
combatiendo contra Dios (cf Mt 12,28),
pero perdonando lo que iba contra él.

Justo e Inmaculado es el Salvador de todos,
que ha sido entregado a causa de nuestros pecados
y resucitado para nuestra justificación (Rm 4,25).
A él la gloria a través tuyo,
y a ti la alabanza con el Padre todopoderoso,
por los siglos de los siglos.
Amén

Gregorio de Narek (hacia 944- hacia 1010), monje y poeta armenio
Libro de oraciones, nº 33

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