La Feria de Abril de Sevilla tiene su origen en una feria de ganado a finales del siglo XIX, más concretamente en el año 1847. Esta es la primera constatación de lo que luego se convertiría en uno de los festejos más famosos y visitados de España y que en esta primera ocasión se ubicó en el Prado de San Sebastián, en aquel tiempo a las afueras de la ciudad, y que contó con 19 casetas.
A partir de este momento y debido al tremendo éxito que tuvo, a mediados del siglo siguiente se separaron la Feria de Ganado de la parte de diversión, cante, y baile llegando a la configuración actual que tiene la Feria de Sevilla. El recinto ferial resultante es el de una ciudad con calles en las que se instalan las casetas.
Es a partir del año 1973 cuando la Feria cambie su ubicación y se traslade al barrio de Los Remedios, a un espacio rectangular de poco más de kilómetro y medio de largo y medio de ancho. Las calles se adornan con farolillos y por ellas pasean arriba y bajo diariamente durante el día los típicos paseo de caballos, caballistas y los coches tirados por enganches, y a cualquier hora del día o de la noche la multitud que deambula, las mujeres con los trajes de flamenca y todo el mundo cantando y bailando sevillanas.
La Feria de Abril de Sevilla comienza todos lo años con la ceremonia del alumbrado, momento en el que se encienden las miles y miles de bombillas de la portada, el “lunes del alumbrao” como popularmente se le conoce, terminando el último dia con fuegos artificiales. Las fechas de la Feria de Abril varían ya que dependen de en qué fechas sea la Semana Santa.
La Feria, como ya hemos dicho, es casi una réplica de la ciudad de Sevilla, con sus calles de albero (tierra de color blanco o amarillento utilizada en los jardines y en las plazas de toro), luces, farolillos, casetas, donde los sevillanos y los miles de visitantes se entremezclan en la más alegre de las diversiones posible: cantar, bailar, comer y reír.
Desde por la mañana el recinto ferial se llena de personas que contemplan el espectáculo de ver los coches de caballos, a los jinetes vestidos con traje corto llevando a sus acompañantes con su traje de flamenca, a otros que nos invitan a unirnos a ellos en el cante y en el baile en una unión de culturas y gentes bajo la explosión de colores y aromas de las calles.
Es típico de la Feria de Abril comer el pescaíto con una caña de manzanilla o copa de fino para refrescarse del calor que suele acompañar en estas fechas a la ciudad, aunque sin olvidar las tapas ni otros platos típicos como la paella. Por la tarde pasean muchos padres que llevan a sus hijos a comer dulces y a disfrutar de las atracciones típicas de cualquier feria popular española, los popularmente conocidos cacharritos.
Por tratarse de una ciudad y de una feria de gran tradición taurina, todas las tardes se celebran corridas de toros a las que asisten gran número de público y las mejores figuras del toreo. Se repite cada año como una liturgia: a las 5 de la tarde todos los aficionados están en la Maestranza para asistir a la corrida en la que se lidiarán 6 toros. Después continúa la fiesta, la noche sigue siendo el tiempo de la Feria que no descansa y alberga aún más colorido, luz y diversión.
En la Feria de Sevilla sigue corriendo el fino y la comida, mezclados con el baile y la música de las guitarras; embrujado todo por la noche, que no llegará a su fin hasta bien entrada la madrugada cuando se empiecen a retirar la gente en busca de una taza de chocolate caliente con los típicos churros, antes de descansar un par de horas y continuar a la mañana siguiente hasta el domingo final de la Feria.
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