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Lorenza Pilar García Seta; Zaragoza, 1928 - Berlín, 1996) Soprano española. De familia humilde, descubrió sus facultades vocales al cantar en el coro de su colegio, bien que la depauperada situación familiar le obligara a interrumpir sus estudios y a ponerse a trabajar con sólo catorce años. Tras su participación en un programa de radio local, dos hermanas profesoras de canto (Berta y Margarita Martínez), decidieron ofrecerle clases gratuitas a fin de sacar adelante las más que prometedoras cualidades de la muchacha.
Tras actuar en un fin de fiesta en la compañía de zarzuela de Pepita Embil (madre del tenor Plácido Domingo), pasó por varios cafés de su ciudad natal y de varias otras capitales españolas hasta que, a los diecisiete años, ingresa en el Conservatorio de Barcelona, ciudad a la que se había trasladado con su madre tras la ruptura del matrimonio García Seta. Inició, por tanto, sus estudios vocales en el Conservatorio del Liceo y como Mezzo-soprano, aunque, tras trasladarse a Madrid y conocer a Ángeles Ottein, la que sería su maestra definitiva, comenzó a trabajar la tesitura de soprano en la que acabaría por cantar.
Ya en Madrid, comienza a abrirse paso en el mundo musical cantando en la radio y en diversas compañías de zarzuela (formaría parte, por ejemplo, del primer elenco de El Canastillo de Fresas de Jacinto Guerrero, considerada como uno de los últimos esfuerzos de la zarzuela por sobrevivir a la catástrofe de la guerra civil) al tiempo que trabaja como dependienta de comercio par apagarse los estudios. Estrena, asimismo, junto a la también soprano Toñy Rosado, Primavera en el Portal, pieza navideña de García Leoz, en el Teatro Español de Madrid, con lo que empieza a ser apreciada por el público.
No obstante, su musicalidad y su capacidad de estudio llaman pronto la atención de Ataulfo Argenta, que le concede su primera gran interpretación: la Cuarta Sinfonía de Gustav Mahler, que interpretaba por primera vez la Orquesta Nacional de España bajo la dirección del maestro montañés. De esta manera, desde sus comienzos, la carrera de Pilar Lorengar alcanza una dimensión artística y una amplitud de repertorio que sólo sería seguida por algunas de las voces del momento, como las de Victoria de los Ángeles o Toñy Rosado o, poco después, la de Teresa Berganza.
En 1950 se produce su debut operístico en la Ópera de Orán (entonces colonia española) donde da vida al personaje titular de Maruxa, ópera de Amadeo Vives. Por estos mismos años, Ataulfo Argenta hace de ella la protagonista de la mayor parte de sus grabaciones de zarzuelas. De ellas, cabe recordar sus interpretaciones de La Tempestad, El Tambor de Granaderos y El Rey que Rabió de Chapí, así como de Jugar con Fuego de Barbieri. Son, asimismo, los años en los que realiza sus dos únicas incursiones en el mundo del cine, para el que su magnífica presencia la hacía particularmente adecuada. Fueron las tales películas (ambas de 1952) Últimos días y Las últimas banderas.
Pronto da el salto internacional, de nuevo de la mano de Argenta, quien la lleva a cantar a París. Desde aquí, la carrera de Pilar Lorengar se extiende por los mejores teatros y salas de concierto del mundo, siendo las primeras escalas el Festival de Ax-en Provençe, donde interpreta a Cherubino en Las Bodas de Fígaro de Mozart, representación de la que se conserva una grabación radiofónica que atestigua la calidad de la jovencísima soprano, el Metropolitan de Nueva York (Goyescas de Granados) y el Covent Garden de Londres (La Traviata).
En 1958, firma un contrato con la Staatsoper de Berlín, de cuyo elenco pasa a formar parte y, con los años, a ser figura principal. Su relación con este teatro, de cuyo elenco formaban parte a la sazón la soprano Gundula Janowitz y el barítono Dietrich Fischer-Dieskau, se mantendrá hasta 1989, fecha en la que ciertas diferencias con la administración del teatro la llevaron a suspender su contrato. En 1984, con todo, había sido nombrada Miembro de Honor de dicho teatro.
A partir de su admisión en la ópera berlinesa, la relación de la cantante zaragozana con Alemania será cada vez mayor hasta que fije su residencia en Berlín y se nacionalice alemana. Por el contrario, su relación con España disminuirá, debido en buena medida a la falta de interés de los españoles por lo que sucediera fuera de nuestras fronteras, así como por la tendencia creciente de ciertos cantantes a copar los escenarios a partir de mediados los años sesenta.
Muestra suficiente de tal alejamiento es el hecho de que hasta 1987 no debutara Pilar Lorengar en el Liceo barcelonés (con la Elsa de Lohengrin). Mayores, aunque nunca demasiados, serán sus contactos con Madrid, donde interpretó todavía en la década de los ochenta la Alice Ford del Falstaff de Verdi y la Desdémona de Otello del mismo compositor. En 1990, tras recibir el premio Príncipe de Asturias de las Artes que la Fundación Príncipe de Asturias concedió a un grupo bastante poco discriminado de cantantes líricos españoles, anunció su retirada de los escenarios.
Su inteligencia y capacidad de trabajo le permitieron abordar un repertorio más amplio que el de la mayoría de las cantantes de su tiempo. El peculiar timbre de su voz, provisto de un vibrato natural, le acarreó injustas críticas en ocasiones. De su repertorio cabe destacar papeles como los mencionados de Otello, Falstaff o La Traviata, así como las heroínas puccinianas (Butterfly, Tosca, Mimí) y varios de los personajes principales de las óperas de Mozart y de buen número de óperas del repertorio alemán. Asimismo, fue de las primeras sopranos en abordar el repertorio barroco, aunque que con criterios hoy bastante anticuados. En el campo de la canción de concierto, destacó como intérprete de música española y, asimismo, como excelente intérprete de los "lieder" de Brahms y Hugo Wolf.
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