YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

viernes, 18 de marzo de 2011

Lorenzo Pagans y Auguste De Gas





Lorenzo Pagans y Auguste De Gas
Autor:Edgar Hilaire Degas
Fecha:1869 h.
Museo:Museo de Orsay
Características:54 x 40 cm.
Material:Oleo sobre lienzo

El padre del pintor, Auguste De Gas - rico banquero de origen napolitano - organizaba todos los lunes por la noche veladas musicales. A ellas solía acudir como cantante el español Lorenzo Pagans, uno de los guitarristas más populares de la noche parisina debido a la afición por lo español en la época del Segundo Imperio, atracción que se vio aumentada tras la boda del emperador Napoleón III con la española Eugenia de Montijo. También participaban otros cantantes, músicos y artistas, entre ellos Manet y su esposa o el propio Degas. En esta imagen el pintor quiso inmortalizar una de esas maravillosas veladas, retratando a sus dos protagonistas: el anfitrión y el cantante. Pagans aparece en primer plano, tocando la guitarra y cantando una triste copla por el gesto de su rostro. Tras él podemos contemplar la menuda figura del padre del pintor, en una actitud de absorta atención ante la canción. Los retratos de ambos personajes son magníficos, destacando sus expresiones, demostrando así Degas sus buenas maneras en este género artístico. Las tonalidades negras, blancas y ocres se adueñan de la escena, provocando un significativo contraste entre ellas, de la misma manera que hacía Manet. El blanco organiza el ritmo compositivo al aparecer inteligentemente repartido por todo el lienzo. La delicadeza del dibujo preside la obra, destacando especialmente en los rostros y las manos. En la zona del fondo, sobre el piano, se aprecia una factura más rápida que otorga una curiosa sensación atmosférica al conjunto. El padre de Degas fallecería en 1874 a la edad de 66 años, siendo ésta la última imagen que realizó el artista de él, por lo que colgó el cuadro junto a su cama.


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