YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

martes, 26 de abril de 2011

Bernal Díaz del Castillo



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Bernal Díaz del Castillo(1496-1584).Cronista, soldado de Cortés y autor de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. N. en Medina del Campo (1495), y m. en Guatemala (1584). Hijo de Francisco Díaz del Castillo, regidor de Medina, y de María Díez Rejón. Pasa a Indias con Pedrarias Dávila (1514). Participa en las expediciones de Hernández de Córdoba (1517) y Juan de Grijalva (1518). Soldado de Cortés en la conquista de México (1519), toma parte en la «Noche triste», en el asedio de Tenochtitlán, y es malherido en Tlascala. Más tarde, casa con Teresa Becerra; deja familia. Hacia 1539 visita España. Retorna con mercedes reales a Guatemala. Asiste, en calidad de antiguo conquistador, a la junta sobre Indias de Valladolid (1550), donde defiende el parecer de los viejos conquistadores: perpetuidad de la encomienda de indios. En Guatemala otra vez, es regidor perpetuo del Ayuntamiento, encomendero y vecino respetado.

A los 72 años se decide a escribir su Historia. Escrita ya alguna parte, llegan a sus manos los libros de Paulo Jovio, Gonzalo de Illescas y la crónica de F. López de Gómara (v.). Viva impresión le causa la versión procortesiana de Gómara. Plan, disposición, argumento, todo tiende a la exaltación del héroe, su protector. Aparece allí como figura excepcional. Su presencia reduce a plano subalterno la de sus colaboradores. La participación de la masa de soldados queda casi desvanecida. «En todas las batallas o reencuentros éramos los que sosteníamos al Cortés, dice Bernal, y ahora nos aniquila este cronista». La lectura de Gómara le incita a continuar su narración. Y aún más, a poner de relieve el esfuerzo decisivo de los soldados de la conquista. No subestima las dotes de Cortés; al contrario, las encomia tanto como Gómara. Pretende subrayar un empeño conjuntado. Sin resentimiento, la conquista aparece allí como obra de caudillo y soldados a la vez. Impreciso en la cronología, pese a su portentosa memoria. Acentúa la descripción de hechos vividos. Testigo de vista de muchos capítulos; recurre a nueva información en otros. Destaca la sinceridad del relato; una prosa llana y espontánea. Fuente histórica muy importante; obra literaria de categoría singular. Primera ed. por fray Alonso Remón en 1623.


M. MATICORENA ESTRADA.

Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991

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