YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Greguerías



Como daba besos lentos duraban más sus amores.


Los rosales son poetas que quisieron ser rosales.


Donde el tiempo está más unido al polvo es en las bibliotecas.


A veces un beso no es más que chewing gum compartido.


Un chino inventó al gato.


La bufanda es para los que bufan de frío.


La reja es el teléfono de más corto hilo para hablar de amor.


El langostino huele a todo el mar.


Los botones flojos son llanto de botones.


Si vais a la felicidad llevad sombrilla.


Nerviosismo de la ciudad: no poder abrir el paquetito de azúcar para el café.


Amor es despertar a una mujer y que no se indigne.


Daba besos de segunda boca.


Escribir es que le dejen a uno llorar y reír a solas.


Cuando se vierte un vaso de agua en la mesa se apaga la cólera de la conversación.


Los ladrillos saben esperar.


Las palmeras se levantan más temprano que los demás árboles.


Soda: agua con hipo.

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