YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.
lunes, 26 de septiembre de 2011
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1 comentario:
La prohibición de los espectáculos taurinos es en primer lugar un ataque a la libertad de los ciudadanos, a los que se les niega el derecho de asistir a un espectáculo que tiene una tradición centenaria y que forma parte de nuestro acervo cultural común como nación.
Lo que llevó a los nazionalistas catalanes a prohibir la fiesta no fue evitar el sufrimiento del astado. Entre otras muchas razones -como comentaba antes-, por que la cría de los toros de lidia sólo se justifica por las corridas.Si no fuera por ellas, el toro bravo se hubiera extinguido hace décadas.
Y lo que ya es de coña marinera, de tomadura de pelo, es defender esta abolición y blindar los llamados correbous de los pueblos catalanes, donde el toro sufrey es humillado con bolas de fuego en sus pitones, sin que a ningún nazionalista ni a ningún ecolojeta se le parta el alma de sufrimiento.
La verdadera intención de los nazionalistas de barretina y butifarra, era y es erradicar de Cataluña uno de los símbolos de España.
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