YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

sábado, 10 de marzo de 2012

Antonio Cañero:un rejoneador de alargada sombra



La ciudad de Córdoba ha sido cuna de grandes toreros de a pie pero también de importantes figuras del rejoneo. Éste es el caso de Antonio Cañero, nacido en esta capital andaluza el 1 de enero de 1885. No resulta extraña la afición de éste por los caballos, puesto que su padre, Manuel, era profesor de equitación y fue quien le enseñó todos los secretos de la monta al él y a sus hermanos. Fue en el picadero donde trabajaba su padre donde Antonio comenzó a montar, pero sus primeras aspiraciones profesionales no estuvieron relacionadas precisamente con el mundo del toro. 

Su pasión por los caballos le llevó a prepararse y formarse hasta conseguir ingresar en el ejército como profesor de equitación y siendo todavía miembro de este cuerpo, con rango de oficial, comenzó a actuar en festivales benéficos junto a representantes de la aristocracia española por simple afición. Esto sucedía en 1913 y en los años posteriores continuó actuando en diversos festejos de similares características, en los que sufrió sus primeros percances. El más grave de ellos tuvo como escenario la plaza de Córdoba, donde un astado le infirió dos graves cornadas, una en el muslo derecho y otra en el cuello, el 7 de enero de 1917. 

Sin embargo, fue en 1922 cuando Antonio Cañero comenzó a actuar como profesional, sumando un total de 22 festejos. En la temporada de 1924 sumó 60 corridas, a pesar de perder trece compromisos por los graves percances sufridos en Murcia y Badajoz. Pero la mejor temporada de su carrera, sin duda, fue la de 1925. Durante ella actuó en diversas ocasiones en Portugal, protagonizando un hecho histórico en la plaza de toros de Lisboa, al ser el primer diestro que daba muerte a un novillo en el ruedo con la asistencia del Gobierno. Ese mismo año se presentó en París, el día 1 de noviembre, logrando un gran triunfo. Peor suerte corrió en la campaña de 1926, en la que el grave percance sufrido en Bilbao le impidió pasar de las 14 actuaciones. 

En los años posteriores hace su presentación en tierras americanas, toreando hasta cinco tardes en México la temporada de 1928, y disminuyendo progresivamente sus compromisos hasta su retirada, hecho que tuvo lugar en 1936. Ese mismo año, el inicio de la Guerra Civil española le lleva a regresar al ejército, como Teniente Coronel, para luchar en el bando nacional. 
Antonio Cañero, considerado un renovador del arte del rejoneo, dejó una gran huella en la historia del toreo a caballo, instaurando la indumentaria y el estilo campero. Su Córdoba natal fue también la ciudad que le vio morir, el 21 de febrero de 1952, cuando contaba con 67 años de edad.




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