YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

jueves, 19 de febrero de 2009

Con mucho AR-T: Paolo Veronesse


Jesús y el centurión (1571). Paolo Veronesse.Museo del Prado, Madrid.


Paolo Veronesse, más conocido como El Veronés, cierra de manera grandiosa la Escuela veneciana del Renacimiento italiano. Su verdadero nombre es Paolo Caliari, aunque se le conoce por su localidad de nacimiento, Verona, donde vio la luz en 1528. Se formó con artistas de segunda categoría, asimilando rápidamente el Manierismo, que conoció a través de Giulio Romano. Miguel Ángel y Parmigianino también contribuirían a su formación. A partir de 1553 se documenta su participación como decorador de techos en el Palacio de los Dux de Venecia, con una atrevida perspectiva y desnudos en complicadas poses que ocupan todo el espacio. Se trasladó a Roma en 1560, pintando años después los frescos de la Villa Maser, cerca de Treviso. Pero su gran especialidad fueron los cuadros bíblicos, preferentemente cenas, que sirven como pretexto para introducir multitud de figuras vestidas a la moda veneciana del siglo XVI, perros, monos, loros, etc., que llenan las escenas de luz y color. La libertad con que interpretó los temas sagrados le provocó problemas con la Inquisición, que le obligó a modificar algunas partes de la Última Cena por considerarlas irreverentes. Veronés decidió cambiar el título por Cena en casa de Leví. Nadie como el maestro supo representar la riqueza y magnificencia de la Venecia del siglo XVI. En su última etapa prefiere los tonos crepusculares y nocturnos a las luces del mediodía, como se observa en el Moisés rescatado de las aguas del Museo del Prado. En Venecia, donde estaba instalado desde su matrimonio con Elena Badile, falleció Paolo Caliari en 1588.
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