YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

domingo, 10 de mayo de 2009

Nuestra tierra, La Montaña

Castillo de San Vicente, en Argüeso.Foto J.M.


El castillo de Argüeso fue el emblema y la fortaleza del señorío de la casa de Mendoza en las tierras altas de Campóo. Construido sobre una pequeña loma, compuesto por dos torres y un cuerpo central que las une, y rodeado por una muralla que cierra el patio de armas, el de Argüeso representa el más destacado y antiguo ejemplo de castillo roqueño de Cantabria.
Se alza el castillo en un breve altozano sobre el que asientan sus cimientos los cuatro elementos que conforman el monumento: dos torres, una orientada al mediodía y otra al norte; el cuerpo intermedio que les une, y la muralla.
El origen del castillo es oscuro ya que no existen documentos para determinar con precisión su antigüedad o su protagonismo histórico. Sin embargo, si tomamos como apoyo los datos que ofrece la arqueología, podemos suponer que al menos una parte de él pudo ser construida a fines del siglo XIII, cuando los Mendoza ya tenían señorío en el lugar y en el valle. Posteriormente, cuando los Reyes Católicos convirtieron este señorío en marquesado de Argüeso, en 1475, se unieron las dos torres por medio de un cuerpo de carácter más palaciego y se alzó una reducida muralla para salvaguardar el patio de armas.
Las torres son prismáticas y construidas en mampostería, salvo esquinales y vanos. Tienen un acentuado parecido con otras que aún perviven en la zona, como las de Proaño, San Martín de Hoyos o Cadalso, y que no parecen distanciarse mucho en cronología. No sabemos si tuvieron almenas, aunque M. Carrión, quien dirigió la reciente restauración del castillo, afirmó haber hallado testimonios visibles de su existencia. En los muros se abren escasísimos vanos, casi siempre aspilleras o alguna ventanita de arco apuntado, prueba de que en principio las torres tuvieron una finalidad casi exclusiva de defensa.
Aumenta más el aspecto señorial del castillo con la inclusión del cuerpo intermedio, en el siglo XV. Está formado por un piso a ras de suelo y dos sobre él. Su la altura y la composición de la fachada le proporcionan un aspecto más palaciego.
En este castillo vivió circunstancialmente doña Leonor de la Vega, la brava mujer que se opuso a los Manrique, y posiblemente, su hijo, el gran poeta de las Serranillas, don Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana.
En 1989 se realizó una intervención arqueológica de urgencia en el interior de la torre medieval y en el patio de armas. Se pudo determinar la existencia de una necrópolis medieval -siglos IX-X- y restos de una vieja iglesia que dio el nombre de San Vicente al castillo.
Fuente: El Diario Montañés

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