YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Armarse la de San Quintín

Felipe II



Armarse la de San Quintín
Dícese para describir un tumulto o una pelea de grandes proporciones.

Aparece registrado desde la edición de 1884 del Diccionario de la Real Academia Española como «Haber gran pendencia entre dos ó más personas. Dícese aludiendo a la batalla de este nombre», y con parecida redacción ha continuado hasta la actualidad.

La batalla que menciona la Academia tuvo lugar en agosto de 1557, en torno a la ciudad francesa de San Quintín, entre los ejércitos del rey español Felipe II y del rey francés Enrique II y se resolvió a favor de las tropas españolas con un coste altísimo en bajas y prisioneros para los vencidos. En conmemoración de la victoria conseguida el 11 de agosto, festividad de San Lorenzo, Felipe II mandó erigir el conocido monasterio de San Lorenzo de El Escorial, próximo a Madrid, capital de España.

Ref.: El porqué de los dichos, de José María Iribarren

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