YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Ana María Iriarte





Figura ilustre de la lírica española, tan pródiga en figuras, su presencia fue indispensable en los carteles, alcanzando una notable popularidad por su grato timbre y su rigor interpretativo.

Ana María Beruete Iriarte vio la luz en Madrid el 23 de enero de 1927. A los cinco años comenzó estudios en el Colegio Alemán. Y a los dieciséis comenzó los de canto en el Conservatorio de Madrid con José Luis Lloret y Lola Rodríguez Aragón. No comenzó en la cuerda de mezzo-soprano, que es la que le daría fama. La ilusionaba hacerlo de soprano lírica para poder interpretar las óperas de Puccini, de las cuales es entusiasta. Y lo hizo con MADAMA BUTTERFLY. Su presentación profesional tuvo efecto el 4 de diciembre de 1945 en el Teatro Apolo de Valencia con la reposición de EL SOÑADOR, ópera del músico valenciano Salvador Gines, que no se representaba desde su estreno en 1901. Ana María tuvo una destacada actuación acompañada por el barítono Juan Gual y el bajo Aníbal Vela. Pero el triunfo grande le llegó dos meses más tarde, en el Teatro Principal, que fue testigo de su actuación con la “Amneris” AIDA junto a María Clara Alcalá, Cristóbal Altube, Pablo Vidal y Aníbal Vela. Fue ovacionada sin cesar, especialmente en el dúo del tercer acto y en la escena del juicio. Tenía dieciocho años. Luego, hizo la “Charlotte” de WERTHER, la “Santuzza” de CAVALLERIA RUSTICANA y la protagonista de CARMEN, éxitos que repitió después en Bilbao con las mismas óperas. También cantó TOSCA junto a Esteban Leoz.

En 1946 se presentó en el Teatro Madrid de la capital de España con la “Leonora” de LA FAVORITA, personaje al que dio singular encanto, tanto en lo vocal como en lo escénico, recibiendo largas ovaciones en unión del tenor Mario Filippeschi. Todo esto lo confirmó con creces en la “Cecilia” de LAS GOLONDRINAS, espléndida representación en la que “Puck” fue el eminente barítono Raimundo Torres y “Lina” Celia Langa. La acción de Ana María arrancó a un crítico el siguiente juicio: “Puede figurar en una antología por voz, presencia, naturalidad, temperamento y precisión”; y era cierto, porque su voz amplia, grata de timbre, flexible, coloreada, con limpidez de emisión, depurada escuela de canto, gran musicalidad y rica en matices lo justificaba. Hizo derroche de estas envidiables facultades en varios conciertos con la Orquesta de Cámara de Madrid, bajo la dirección de Ataúlfo Argenta, pero ella se exigió más y decidió ampliar estudios de ópera, oratorios y “lieder” en Viena. En años sucesivos también haría los de ópera italiana en Milán con Elvira de Hidalgo y Mercedes Llopart. En 1949 estrenó en el Teatro Madrid la zarzuela del malogrado compositor Jesús García Leoz, LA DUQUESA DEL CANDIL. La interpretaron con Ana María, Matilde Vázquez, Manuel Ausensi y Manuel Gas. En 1951 participó en las representaciones de “Madrid en la zarzuela”, celebradas en el Teatro Español con tres actos de concierto y tres de joyas del género chico. En LA VERBENA DE LA PALOMA fue “Casta”; en AGUA, AZUCARILLOS Y AGUARDIENTE, “Manuela” y en LA REVOLTOSA, “Mari-Pepa”. Ese fue un gozoso anuncio para los discos con obras del mismo género que grabaría a partir del siguiente año. Inauguró el festival de Granada con la Orquesta Nacional y seguidamente efectuó una larga gira por Francia, Bélgica y Suiza. También actuó en el Royal Festival Hall con la Orquesta Filarmónica de Londres; participó en el estreno mundial de DON PERLIMPLIN, ópera de Rieti sobre la obra de García Lorca, que tuvo efecto en el Festival Siglo XX de París. En los tres años siguientes cantó en Viena ORFEO, de Monteverdi, acompañada por instrumentos antiguos, la CANTATA de Strawinsky y la NOVENA SINFONÍA de Beethoven. Con el prestigio indiscutible de ser considerada como la mezzo-soprano más joven del mundo, José Tamayo la elige para hacer la “Beltrana” en DOÑA FRANCISQUITA para la representación conmemorativa del centenario del Teatro de La Zarzuela en 1956, con la cual se abrió de nuevo este coliseo después de un largo período de incertidumbre respecto a su suerte. Alternó su papel con Inés Rivadeneyra; en el de “Francisquita” lo hicieron Ana María Olaria y Lina Huarte y en el de “Fernando” Alfredo Kraus, Carlos Munguía y Agustín Godoy. Esta famosa zarzuela se representó poco después en el Volkoper de Viena, traducido el libro al alemán. Ana María repitió en este idioma la “Beltrana” como única española en el reparto. Durante los cuatro años siguientes realizó una gira por las principales capitales de Francia a base de CARMEN y SANSON Y DALILA.

En 1960, dos años después de la muerte del que había sido su sincero y afectuoso admirador, Ataulfo Argenta, y cuando aún la esperaban incontables triunfos, decidió retirarse de la escena. Diversos asuntos familiares llevaron a que esta decisión fuera irrevocable. Su retirada definitiva se produjo en Burdeos, en el Teatro Municipal, cantando el papel protagonista de CARMEN, cuando apenas contaba treinta y dos años de edad. Mas no por ello olvidó el canto. A lo largo de los años siguientes impartió el curso de interpretación dentro del Concurso Internacional de Canto Francisco Viñas y de Arte Lírico Español y Zarzuela en la Universidad de Portland de los Estados Unidos. Está en posesión del Premio de Canto Lucrecia Arana, del Premio de Teatro 1952 y del Gran Prix du Disque de París en 1952 por su grabación de EL AMOR BRUJO con Ataúlfo Argenta. Quienes deseen deleitarse con su hermosa voz no tienen más que escuchar cualquiera de las zarzuelas que impresionó, muchas de ellas bajo la dirección del mismo maestro. Son una delicia. Con ellas rindió un gran homenaje a este género.

Hoy, Ana María Iriarte está dedicada a la enseñanza de la técnica vocal e interpretación en su escuela privada, que ha contado con un selecto número de alumnos. Seguro es que de ella saldrán buenos discípulos.

http://lazarzuela.webcindario.com

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