YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

martes, 25 de enero de 2011

José Gutiérrez Solana:La vuelta de la pesca

José Gutiérrez Solana:La vuelta de la pesca




José Gutiérrez Solana,(Madrid, 1886 - 1945) Pasó su infancia en Santander y, alentado por su padre, inició estudios de pintura con su tío. Su talento precoz le llevó a abandonar el bachillerato y a empezar a participar en varios certámenes de pintura.

Su estilo, heredado de la tradición tremendista de Goya e influenciado por autores como Roualt, Munch, Kokoschka, Nolde y Soutine, define el carácter de un hombre adusto y torturado. Ello se traduce en una pintura marcada por la aparición de personajes populares y de los bajos fondos, con los que Solana muestra su particular visión de la condición humana. Autor de corte realista, se le considera el introductor del movimiento expresionista en España.

En 1917 regresó a Madrid y comenzó a frecuentar varias tertulias de café. En La tertulia del Pombo, el autor retrató a parte de la Generación del 98, a la que se le considera adscrito. Su interés por representar temas de tono costumbrista y, en especial, por reflejar la vida callejera del Madrid de su época, aparece en obras como El ciego de los romances, Los Payasos, Los traperos, El rastro, El patio de los caballos o Carnaval. En ellas tiende a utilizar colores oscuros y a recrearse en la dureza de los rostros de sus personajes.

La obra de Solana fue inicialmente rechazada por la crítica de la época, y hasta 1929 no recibió su primer premio importante: la Medalla de la Exposición Universal de Barcelona. Un año antes había sido invitado por Edgar Neville a París, donde causó muy buena impresión en los ambientes culturales de la capital francesa. Fue en París donde el autor pasó parte de la guerra civil española y donde logró su mayor reconocimiento.

Con la finalización del conflicto bélico, el autor regresó a España y, pocos días después de su fallecimiento, le fue otorgada a título póstumo la Medalla del Honor Nacional. Considerado como el mejor cronista gráfico de la España del primer tercio del siglo XX, Solana combinó su actividad pictórica con la publicación de varios ensayos. El primero de ellos lleva por título Madrid, escenas y costumbres (1913-1919). A éste le siguieron La España negra (1920), Madrid callejero (1923) y Dos pueblos de Castilla (1924). En 1926 se editó su única novela, titulada Florencio Cornejo. Sus escritos proporcionan una visión costumbrista y esperpéntica de la España de principios del siglo XX.



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