YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

domingo, 26 de junio de 2011

Solemnidad de Corpus Christi




Evangelio


En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del reino de Dios, y curó a los que lo necesitaban. Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer».
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío». (Porque eran unos cinco mil hombres).
Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta».
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
Lucas 9, 11b-17
Comentario


El Evangelio que nos regala la Iglesia para esta solemnidad del Corpus Christi es estupendo para poder caer en la cuenta de que los planes de Dios no son los de los hombres. Os ruego que hagáis una lectura serena y os detengáis en la reacción de los discípulos, y en la de Jesús; a los discípulos, cuando llega el atardecer, se les acabaron las ideas y buscaron una solución fácil, bastante cómoda, y es que, como no se puede hacer nada, puesto que estamos en descampado, que la gente se vaya a sus casas, que se apañen como puedan... ¡Cuánto se parece aquella situación a nuestros días! Por otra parte, está Jesús que les ofrece a los discípulos una solución comprometedora, les implica en la vida de su prójimo diciéndoles: «Dadles vosotros de comer». Entonces es cuando ellos descubren que hay posibilidades, aunque sean pocas, pero las hay: «No tenemos mas que cinco panes y dos peces». La pedagogía del Señor es determinante, la misma que utiliza con nosotros hoy.
Si ese primer momento, cuando abre el corazón de los discípulos a los que le rodeaban, fue bello por todo lo que supone ayudar al hermano, el segundo momento de Jesús es fantástico, porque Jesús da de comer a ese gentío de una manera extraordinaria, aunque no acaba ahí el sentido. En la narración, el evangelista san Lucas desvela el sentido profundo del relato y cómo se resalta el contexto eucarístico. El evangelista está muy concienciado de esta dimensión y nos lleva a observar que los comensales compartieron con sencillez y alegría aquella mesa común. Se trata de una característica esencial para la Iglesia naciente, esencial en la experiencia del evangelista, porque lo destaca también en los Hechos de los Apóstoles al describir cómo los que habían acogido la fe, «partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón». La Eucaristía impulsa a la comunidad de los discípulos hacia ese horizonte fraterno que estamos llamados a vivir como don y tarea permanente.
Potenciando el sentido teológico, podemos decir que la Eucaristía infunde en los convidados la caridad de Cristo que vino a buscar lo que estaba perdido, a reunir a los hijos de Dios dispersos y a dar un puesto de honor a los más vulnerables e indefensos. La fe, lejos de dividir, aúna a todos en Cristo, pues en Él ha de ser todo reconciliado, según el designio divino. En la escena de la fracción del pan, Cristo sigue lavándonos los pies y alimentándonos con su Cuerpo, para que encontremos alegría en el servicio al hermano; es el lugar de la más plena integración fraterna. A esta esperanza estamos convocados: saber que es posible la civilización del amor...
+ José Manuel Lorca Planes obispo de Cartagena
y A.A. de Teruel y Albarracín


1 comentario:

Anónimo dijo...

EL CORPUS CRISTI


Antiguamente, cuando yo era pequeño, al llegar estas fiestas, los parroquianos de la taberna de mis padres siempre estaban hablando de su tarea diaria y de las estacionales, tales como la del Verano y, sobre todo, de sus puntos claves, los días de empiece y los días de acabar las labores propias de la cosecha cerealista. Todo ello lo enlazaban con las celebraciones que había en aquella época, pues, su tarea rutinaria era, a la vez, esa nube, o atmósfera que inundaba todo el ambiente del mundo del trabajo rural entre fiesta y fiesta; el trabajo y el sosiego en el aspecto social y que se alegraba bastante al llegar alguna fiesta de digna de importancia. Era como una losa llena de conformismo indisoluble con el placer de la vida sosegada, pacífica y solaz que se daba en los pueblos de Castilla, en la que todo rondaba alrededor de estas tareas agrícolas. Una de esas fiestas era concebida en todos los aspectos como una gran fiesta, junto con las del Santo Isidro, Día de la Ascensión y San Pedro y San Pablo. Laboralmente, se paraban las tarea en el campo; religiosamente: lo llenaba todo el ambiente familiar y de unión en los pueblos, y que junto a la vida sosegada, ordenada en disciplina, respeto y sentido común y con sus celebraciones solemnes en los aspectos religiosos y taurinos de la capital toledana, el CORPUS, el mismo, constituía un catalizador de la unidad nacional.
Siempre los viejos, cansados de trabajar, se reunían en la taberna y recalcaban el esplendor del jueves, unido a su significación como eje de la cristiandad católica, todo ello resumido en un dicho que ya hizo historia en España, puesto que data, nada más y nada menos que del año (1.600-), y que dice así: “Tres jueves tiene el año que relucen más que el sol: Corpus Cristi, Jueves Santo y el día de la Ascención”.
Es impresionante la cantidad de manifestaciones culturales que existe alrededor y para ensalzar este hecho religioso y su grandiosa festividad a través de la Historia que ha sido plasmada en esculturas, arquitectura, pinturas y manifestaciones públicas de tipo religioso-festivo
Tras la bula de Urbano IV distintas ciudades españolas iniciarán dicha festividad: Sevilla, Granada, Barcelona, Tenerife y, sobre todo, Toledo, el más esplendoroso de todos los que se celebran y de renombre universal, histórico, religioso, artístico, cultural y turístico, que se debe, debemos cuidar, adecentar y acrecentar como toledanos y españoles que somos. En nuestra diócesis de Toledo tenemos a: Camuñas y Helechosa (Cáceres) que pronto se harían eco de esta festividad y su celebración, ofreciendo unos matices muy peculiares: “Los danzantes y los diablucos y los altares dulces”.

CALANDA

Related Posts with Thumbnails