YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

sábado, 3 de septiembre de 2011

La Plaza de Toros de Ronda

File:PlazaDeTorosDeRonda.jpg


La Plaza de Toros de Ronda, propiedad de la Real Maestranza de Caballería de Ronda, por su historia y su arquitectura, por su carácter y su belleza está reconocida como una de las más antiguas y una de las más monumentales que existen. No es por casualidad. Ronda se considera una de las cunas de la tauromaquia moderna surgida en el siglo XVIII, en una ciudad donde se conservaba muy viva la tradición de la caballería al existir una corporación dedicada a que no se perdiera el disciplina ecuestre.

Las necesidades de defensa del territorio hicieron que Felipe II fundase en 1572 la Real Maestranza de Caballería de Ronda, para que se mantuviese el necesario manejo de los caballos. Para ello, este cuerpo dedicó un espacio de la ciudad para los ejercicios ecuestres, entre los cuales, como es tradicional en España desde la Edad Media, se incluyeron los juegos de destreza con toros. La bravura de este animal al acometer a caballos y jinetes servía de inigualable entrenamiento a los caballeros, y se convertía en un emocionante espectáculo para toda la población.

Cuando en el siglo XVIII los toreros a pie toman el relevo de los caballeros en los juegos con el toro, surge en Ronda la familia de los Romero, que durante tres generaciones reúne a los toreros más singulares de la época. Entre ellos destacó sobre todos Pedro Romero (1754-1839), figura cumbre y la más representativa de la historia de la tauromaquia. Se retiró después de estoquear más de 5.600 toros, sin recibir el más mínimo rasguño. Su personalidad consiguió que su oficio alcanzara respeto y dignidad social, al reunir valor, destreza y sentido estético. Pedro y su hermano José Romero fueron retratados por Goya.

El auge del toreo llevó a la Real Maestranza de Caballería de Ronda a erigir su famosa plaza, obra que se atribuye a Martín de Aldehuela, el mismo arquitecto del grandioso Puente Nuevo sobre el Tajo de Ronda, que despierta la admiración general por la espectacularidad de su emplazamiento. La construcción de la plaza duró seis años, y fue inaugurada en 1785 con una corrida de toros en la que actuaron Pedro Romero y Pepe-Hillo. Concebida en piedra arenisca con un esquema monumental, la nobleza de su traza arquitectónica, con su doble galería de arcadas y la ausencia de tendidos al descubierto, tiene más espíritu de claustro que de recinto para espectáculos, y recuerda al patio circular del famoso palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada.

Su ruedo de 66 metros de diámetro esta considerado como el mas amplio del mundo y está circundado por un callejón formado por dos anillos de piedra. Los tendidos tienen cinco filas de gradas, de dos pisos, con 136 columnas formando 68 arcos de columnas toscanas, salvo la del Palco Real. Cubierta con tejado a dos aguas de teja árabe, la elegancia de su interior no tiene igual en ninguna otra plaza de toros.

En el siglo XX, una segunda dinastía de toreros rondeños, los Ordóñez, constituye otra aportación de Ronda a la historia de la Tauromaquia. Sus dos figuras fundamentales fueron Cayetano Ordóñez (1904-1961) y su hijo Antonio Ordóñez (1932-1998), que despertaron, por su manera de concebir el toreo, el interés de personalidades como el cineasta Orson Welles y del escritor norteamericano Ernest Hemingway, a los que dedicó obras como Fiesta y Muerte en la tarde. Fueron los Ordóñez los que inauguraron en 1954 la corrida goyesca de Ronda, con motivo de la celebración del II Centenario del nacimiento de Pedro Romero. Desde entonces se han convertido en una de las citas más llamativas del calendario taurino, además de constituir un acontecimiento social.

Se trata de un festejo con el exorno, vestimenta y el aparato de los tiempos de Francisco de Goya. La corrida tiene lugar a principios de septiembre, coincidiendo con la más popular de las tres ferias que celebra Ronda, junto a una exhibición de carruajes y enganches y una corrida de rejoneo.

El Museo de la Real Maestranza de Caballería de Ronda está situado bajo los tendidos de sombra, y sus contenidos se dividen en tres grandes apartados: La Real Maestranza de Caballería de Ronda, Orígenes y evolución de la Tauromaquia, y Ronda en la Historia de la Tauromaquia.

Cuenta con una colección de aguafuertes, grabados, litografías y estampas, con una edición de la «Tauromaquia» de Francisco de Goya, y las tauromaquias de extranjeros como Lake Price, Victor Adam y Edward Orme; libros, ejecutorias y grabados relativos a la disciplina ecuestre, óleos del XVII, XVIII y XIX, cartelería histórica y contemporánea, trajes, objetos y documentación relacionados entre sí con complementos gráficos para ofrecer una visión de conjunto que permite acercarse al universo de la tauromaquia de forma didáctica y clara.


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