YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

martes, 9 de abril de 2013

José Madrazo


File:Autorretrato (José de Madrazo).jpg
"Autorretrato", José de Madrazo, Museo del Prado, Madrid, España.



Nació en Santander y estudió en la Academia de San Fernando con Gregorio Ferro y Cosme de Acuña. Obtuvo una pensión para viajar a París, donde conoció a David y frecuentó su taller. Durante su estancia en la capital francesa, realizó varios retratos, dibujos y pinturas en las que ya se observa la inspiración clásica.

En su cuadro Cristo en la casa de Anás, pintado en París hacia 1803, ya refleja las aspiraciones características del Neoclasicismo en la expresión serena de la figura de Cristo, que contrasta con la tensión del hombre con el torso desnudo.

A principios del siglo XIX, tras la invasión francesa, Napoleón amparándose en la debilidad de la monarquía de Carlos IV, forzó la cesión de la corona española a su hermano José Bonaparte.


En estos momentos, Madrazo emigra a Roma, donde se relacionará con numerosos artistas, entre los que destaca Ingres, con quien mantuvo una estrecha amistad. Realizará varios cuadros de historia en los que muestra sus dotes de dibujante, como La muerte de Lucrecia y el juramento de Bruto, donde se reconoce el estilo de David. 


La teatralidad, la escenografía y la frialdad de sus personajes, le sitúan entre uno de los mejores representantes de la pintura histórica. Junto con José Aparicio, inicia la corriente de la pintura de historia con temas de exaltación patriótica.

De 1805 es la representación alegórica de El amor divino y el amor profano, donde vemos reminiscencias de Mengs.

Ideó un conjunto en el que se conmemoraban cuatro acciones heroicas de la historia, pero la única que pudo terminar fue La muerte de Viriato, que es la obra más popular del neoclasicismo español.

En este gran lienzo evoca la muerte de Viriato, que era un cabecilla guerrillero que en el siglo II a. de C. destacó por su resistencia contra los romanos que ocupaban la Península Ibérica. Estos sobornaron a dos de sus soldados para que lo asesinaran mientras dormía.

José de Madrazo además de presentar al caudillo muerto en su lecho de campaña, muestra la tristeza y la rabia de sus compañeros y la decisión inmediata de venganza de los dos que abandonan la tienda de Viriato.

Este cuadro es ejemplo de sus características más destacadas, la importancia concedida al dibujo y un cierto descuido del color. La luz es diáfana, unitaria, y perfila los contornos de los objetos sin dar lugar a contrastes ni manchas.

En Roma, será encarcelado junto a sus compañeros pensionados por negarse a prestar fidelidad a José I en 1808 tras la invasión francesa, y se vio obligado a pintar retratos para poder subsistir. Un ejemplo, es el retrato de La Princesa Carini, con rostro sereno y distante. Esta obra evidencia la calidad del dibujo de Madrazo, a la vez, que se ha relacionado con Ingres.

Vinculado a los reyes Carlos IV y María Luisa durante su exilio, no volverá a España hasta 1818, cuando es nombrado pintor de cámara gracias a la mediación de éstos. Comienza entonces a trabajar para Fernando VII, el nuevo rey, y ejecuta el Retrato ecuestre de Fernando VII y las cuatro pequeñas alegorías destinadas al Casino de la Reina, la de la Aurora, el Mediodía, el Crepúsculo y la Noche.

En 1823 es nombrado profesor de pintura y director adjunto de la Academia de San Fernando. En este momento, intenta reformar la enseñanza artística, que estaba anclada en los modelos del siglo XVIII, pero se encontró con la oposición de los elementos más conservadores de la institución, por lo que no pudo llevarse a cabo hasta años más tarde.

También se dedicó al grabado, destaca por ejemplo laColección litográfica de cuadros del rey de España. Y fue director del Real Establecimiento Litográfico, controlando las grandes colecciones de grabados de la época, como la Colección de vistas litográficas de los Sitios Reales por orden del rey de España Fernando VII de Borbón.

Realizó numerosos retratos, tanto individuales como colectivos, aristocráticos y de miembros de la familia real. En su Autorretrato aparece con una mirada intensa, que revela frialdad y fuerza de carácter.

En el retrato de Doña Teresa Vera de Aragón, duquesa de la Roca, el personaje se sitúa en un escenario simple, pero la atmósfera ya le envuelve.

Será en sus retratos, donde el pintor neoclásico hace alguna concesión al romanticismo, alejándose de los retratos excesivamente clásicos. Ejemplo, retrato de El doctor Orfila o el de Don Juan Manuel García de Prada.

En 1850, durante los últimos años de su vida, fue nombrado primer pintor de cámara a la muerte de Vicente López y director del Prado.

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