YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

jueves, 15 de enero de 2009

Con mucho AR-T: Jan Van Eyck

Jan Van Eyck. El Hombre del turbante rojo. Óleo sobre tabla. National Gallery. Londres



Jan Van Eyck (Bélgica, 1395-1441),pintor flamenco que trabajó en Brujas y, junto con Robert Campin en Tournai, fue fundador de la Ars Nova (arte nuevo), estilo pictórico del gótico tardío en el siglo XV, que anuncia el renacimiento en el norte de Europa. Este periodo del arte flamenco se caracteriza por el naturalismo de vívidos colores al óleo, la meticulosidad de los detalles, la precisión de las texturas y por el logro de la ilusión óptica de espacios tridimensionales sobre superficies bidimensionales. Es probable que Jan van Eyck fuera oriundo de Maaseik, provincia de Limbourg. En 1422 trabajó en La Haya para Juan de Baviera, conde de Holanda. En 1425 Felipe el Bueno, duque de Borgoña, le nombró pintor de la corte, cargo que conservó hasta su muerte. La relación que mantenía con el duque era tan buena que éste le encargó algunas misiones diplomáticas secretas, le hizo regalos por el bautismo de uno de sus hijos e incluso intercedió por él al enterarse de que tenía problemas para cobrar su sueldo. Lo poco que se sabe de su primera época hace que se dé gran importancia a la relación artística que mantenía con su hermano Hubert. La oscuridad que rodea a la figura de Hubert ha provocado especulaciones y debates interminables entre los historiadores del arte y hasta se ha llegado a sostener que tal hermano nunca existió. Hoy se admite que pudo participar en la pintura de algunas obras que parecen ser de la primera época de van Eyck. Entre éstas, que se atribuyen unas veces a ambos y otras a Jan o a Hubert, están Las horas de Turín-Milán (manuscrito destruido por el fuego en 1904), las Tres Marías ante el sepulcro (Museo Boymans van Beuningen, Rotterdam) y un díptico, La crucifixión y El juicio final (Museo Metropolitano de Arte, Nueva York). La obra más famosa que puede incluirse en esta categoría es el monumental Retablo de Gante (1432, catedral de San Bavón, Gante), cuyos numerosos paneles exteriores se abren para mostrar El cordero místico, pintado para la capilla de Jodocus Vyd. Una cuarteta en latín, copia de la original que figuraba en este retablo, afirma que Hubert comenzó la obra y la acabó Jan. Los historiadores del arte suponen que Jan reunió los paneles que Hubert tenía comenzados antes de su muerte en 1426, añadió otros nuevos de su propia creación y los ensambló todos en la capilla de Vyd. De Jan van Eyck se conservan cuidadosamente firmadas y fechadas entre 1432 y 1439 nueve obras, cuatro de ellas son de tema religioso como La Virgen del canónigo van der Paele (1436, Museo Groeninge, Brujas) y las otras 5 retratos como el de Giovanni Arnolfini y su esposa (1434, National Gallery, Londres). Aunque se le han atribuido numerosas tablas sin firma, ni siquiera una docena se ha comprobado que sean obra suya. En este grupo se incluyen, además del Retablo de Gante, La Virgen y el Niño con el canciller Rolin (1435, Museo del Louvre, París) y el retrato del Cardenal Nicolò Albergati (c. 1438, Kunsthistorisches Museum, Viena). La asombrosa habilidad técnica de van Eyck y la precisión en los detalles, reproducidos cuidadosamente, fueron muy admiradas por sus contemporáneos. Sus compatriotas todavía le seguían considerando el rey de los pintores en el siglo XVI.Tradicionalmente el cuadro del Hombre del turbante rojo se ha considerado su autorretrato, como se aprecia es un hombre bien entrado en la madurez firmado y fechado el 21 de octubre de 1433, esto implica que a la hora de finalizar el supuesto autorretrato no ha sido padre aun y por otro lado el pintor acaba de empezar su obra claramente atribuible ya que esta comprende entre 1432 y 1441.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mi este cuadro siempre me ha impresionado

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