YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

miércoles, 3 de marzo de 2010

La Catedral de Bourges





La magnífica catedral de Bourges se halla entre los edificios más sobresalientes del siglo XIII. A pesar de su construcción lenta (se comienza hacia 1172 pero se concluye dentro ya del siglo XVI), el plano previsto inicialmente no se modifica y, por lo tanto, en su estado actual es sin duda, por sus dimensiones, el más ambicioso erigido en Francia durante el gótico. A pesar de sus rasgos originales, que suponen el avance por una vía distinta, depende de las experiencias llevadas a término en Chartres.
Combina, junto a caracteres de gran modernidad, otros más arcaizantes. Entre los primeros, destaca su original organización del muro interior que visualmente simula la superposición de cinco niveles, cuando en realidad existen los tres genéricos. Esto sucede merced a la altura de la nave central y de los arcos formeros que la separan de las laterales, pues permite obtener desde ésta una perspectiva inusual. Evidentemente esta particularidad es única en Bourges. También es muy original la solución adoptada en las capillas del deambulatorio, a causa de la existencia de la cripta y, asimismo, ya en el exterior, los arbotantes extraordinariamente inclinados, explicables por el gran desnivel existente entre la altura de la nave mayor y las laterales. Entre los rasgos arcaizantes, quizá el que más sorprende es el tamaño relativamente reducido de las ventanas, en un edificio en el que indudablemente todo se ha pensado y medido muy cuidadosamente.


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