YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

viernes, 10 de septiembre de 2010

El Santuario de Arantzazu, en Oñate





Dice la tradición que la Virgen se apareció a un pastor sobre un espino. Este le dijo, asombrado, "Arantzan zu?" ("¿Tú en un espino?"). Había nacido la devoción a la Virgen de Arantzazu. En 1951, después de que un incendio destruyese el pequeño templo, la orden de los franciscanos tomó una decisión valiente: construir una gran basílica empleando los lenguajes del arte contemporáneo.
Así se levantó el edificio con piedras en punta diseñado por Sáenz de Oiza y Laorga, que contó con la participación de artistas como Jorge Oteiza (esculturas de la fachada), Eduardo Chillida (puertas), Lucio Muñoz (imponente retablo de madera) o Néstor Basterretxea (pinturas de la cripta). A 9 kilómetros de Oñate, sobre un barranco al pie del Aizkorri, el santuario de Arantzazu es único.


www.gipuzkoaturismo.net

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