lunes, 30 de noviembre de 2009
¡A buenas horas, mangas verdes!
Festividad de San Andrés apóstol
San Andrés Apóstol. Siglo I
"Dichoso tú, querido apóstol Andrés, que tuviste la suerte de ser el primero de los apóstoles en encontrar a Jesús. Pídele a Él que nosotros le seamos totalmente fieles en todo, hasta la muerte".
San Andrés (cuyo nombre significa "varonil") nació en Betsaida, población de Galilea, situada a orillas del lago Genesaret. Era hijo del pescador Jonás y hermano de Simón Pedro. La familia tenía una casa en Cafarnaum, y en ella se hospedaba Jesús cuando predicaba en esta ciudad.
Andrés tiene el honor de haber sido el primer discípulo que tuvo Jesús, junto con San Juan el evangelista. Los dos eran discípulos de Juan Bautista, y este al ver pasar a Jesús (cuando volvía el desierto después de su ayuno y sus tentaciones) exclamó: "He ahí el cordero de Dios". Andrés se emocionó al oír semejante elogio y se fue detrás de Jesús (junto con Juan Evangelista), Jesús se volvió y les dijo: "¿Qué buscan?". Ellos le dijeron: "Señor: ¿dónde vives?". Jesús les respondió: "Venga y verán". Y se fueron y pasaron con Él aquella tarde. Nuca jamás podría olvidar después Andrés el momento y la hora y el sitio donde estaban cuando Jesús les dijo: "Vengan y verán". Esa llamada cambió su vida para siempre.
Andrés se fue luego donde su hermano Simón y le dijo: "Hemos encontrado al Salvador del mundo" y lo llevó a donde Jesús. Así le consiguió a Cristo un formidable amigo, el gran San Pedro.
Al principio Andrés y Simón no iban con Jesús continuamente sino que acudían a escucharle siempre que podían, y luego regresaban a sus labores de pesca. Pero cuando el Salvador volvió a Galilea, encontró a Andrés y a Simón remendando sus redes y les dijo: "Vengan y me siguen", y ellos dejando a sus familias y a sus negocios y a sus redes, se fueron definitivamente con Jesús. Después de la pesca milagrosa, Cristo les dijo: "De ahora en adelante serán pescadores de almas".
El día del milagro de la multiplicación de los panes, fue Andrés el que llevó a Jesús el muchacho que tenía los cinco panes. Andrés presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús y escuchó, uno por uno, sus maravillosos sermones. Vivió junto a Él por tres años.
En el día de Pentecostés, Andrés recibió junto con la Virgen María y los demás Apóstoles, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, y en adelante se dedicó a predicar el evangelio con gran valentía y obrando milagros y prodigios.
Un escrito que data del siglo III, el "Fragmento de Muratori" dice: "Al apóstol San Juan le aconsejaban que escribiera el Cuarto Evangelio. Él dudaba, pero le consultó al apóstol San Andrés, el cual le dijo: ‘Debe escribirlo. Y que los hermanos revisen lo que escriba’".
Una tradición muy antigua cuenta que el apóstol Andrés fue crucificado en Patrás, capital de la provincia de Acaya, en Grecia. Que lo amarraron a una cruz en forma de X y que allí estuvo padeciendo durante tres días, los cuales aprovechó para predicar e instruir en la religión a todos los que se le acercaban. Dicen que cuando vio que le llevaban la cruz para martirizarlo, exclamó: "Yo te venero oh cruz santa que me recuerdas la cruz donde murió mi Divino Maestro. Mucho había deseado imitarlo a Él en este martirio. Dichosa hora en que tú al recibirme en tus brazos, me llevarán junto a mi Maestro en el cielo".
La tradición coloca su martirio en el 30 de noviembre del año 63, bajo el imperio cruel de Nerón.
domingo, 29 de noviembre de 2009
Catholics Come Home Movie
Este vídeo, titulado 'The movie', forma parte de la campaña de comunicación 'Catholics Come Home', lanzada en la diócesis norteamericana de Phoenix, Arizona, que ha hecho volver a la Iglesia a cerca de 100.000 católicos. Muestra, con gran belleza, que cada uno es el protagonista de la película de su vida, y que aún estamos a tiempo de hacer que tenga final feliz.
sábado, 28 de noviembre de 2009
Dies Domini 29 de noviembre de 2009
+ José Manuel Lorca Planes
obispo de Cartagena
La Catedral de Malabo (Santa Isabel)
El Arquitecto fue Luís Segarra, y su estilo es neogótico. Destacan sus torres, de más de 40 metros, así como todo el edificio.
viernes, 27 de noviembre de 2009
Haendel: Acis y Galatea
Nunca se podrá saber a ciencia cierta si esta obra fue concebida como ópera o como oratorio, y tampoco hay exactitud en torno a su fecha de estreno. Se calcula que fue en 1718 cuando Haendel compuso esta obra, partiendo de un oratorio llamado ‘Aci, Galatea e Polifeo’ que compusiera en 1708. La composición responde un género que triunfaba por aquel entonces en Inglaterra, la masque o serenata, con tema pastoral. Fue la primera obra dramática de Haendel en lengua inglesa.De lo que no hay ninguna duda es que estamos ante una de las composiciones más logradas de Haendel, de un extraordinario encanto poético. Incluso Mozart quedó cautivado y se permitió hacer un arreglo de la partitura.
weblaopera.com
El desastre de la Gran Armada
En 1586, tras una triunfal gira pirática en la que había dado la vuelta a América saqueando las colonias españolas, le tocó el turno a Santo Domingo y la Florida. Vino a ser la gota que colmó el vaso. En Madrid, el Rey Prudente, cuyas armas eran temidas y respetadas en todo el orbe, dijo basta. No podía poseer el mayor imperio que jamás había existido y tolerar la rapiña sin tregua de un delincuente luterano a quien la reina Isabel, en el mismo puente del navío desde el que perpetraba sus fechorías, había hecho caballero como premio a sus indecencias.
Algo había que hacer, y pronto. Un año más tarde, la escocesa María Estuardo fue decapitada por orden de Isabel, que sería virgen pero no boba. Una ruindad más que sumar a la cuenta de una soberana que se jactaba de ser enemiga de España, o amiga de sus enemigos, que viene a ser lo mismo. Felipe II, persuadido de la necesidad de aplicar un correctivo a Inglaterra, pidió consejo a Álvaro de Bazán, héroe de Lepanto y uno de los marinos más respetados de Europa.
Bazán resolvió que la única solución pasaba por invadir la isla, desalojar a la reina –restaurando, ya de paso, el catolicismo– y colocar en su lugar a un monarca afín a los intereses del rey de España. Sobre el papel el plan salía por un pico, pero era perfecto. Una gran flota, la mayor que jamás hubiese visto el mundo, partiría de España, recogería tropas en Flandes, cruzaría el Canal de la Mancha y remontaría el Támesis para entrar en Londres al mismo son que el Draque en Cádiz sólo un año antes. Tan perfecto que no podía salir bien.
Tan claro debió de verlo el rey que mandó que los preparativos se hiciesen inmediatamente, no sin antes haber recortado el presupuesto: que donde comen dos comen tres, ya se sabe. Se armó una fabulosa flota, compuesta por 130 barcos, a la que se dieron los nombres de Armada de Inglaterra y Gran Armada porque tanto barco junto no se había visto nunca. Eso de Armada Invencible es un invento posterior de factura británica destinado a elevar un punto el ya de por sí crecido orgullo nacional inglés.
Pero, a pesar de lo que parecía, la Gran Armada no lo era tanto. De los 130 buques sólo 20 eran galeones artillados específicamente para el combate. Junto a ellos, cuatro galeras y otras cuatro galeazas, a remo las primeras e híbridas a remo y vela las segundas. Ninguna en condiciones de navegar y, aun menos, de pelear en el Atlántico Norte. El resto de la flota eran naos de carga y bajeles de poco porte, como urcas, pataches o pinazas, muy comunes entre los marinos del Cantábrico pero poco aptas para una empresa semejante.
La tripulación era igualmente numerosa: casi 30.000 hombres, a partes iguales entre marineros y soldados. Conforme al plan, el grueso de las fuerzas para invadir Inglaterra provendrían de los Tercios de Flandes y se embarcarían en las costas belgas. Alejandro de Farnesio, duque de Parma, se encargaría de ello personalmente.
Durante el mes de mayo de 1588 la Armada se fue concentrando en las aguas del Tajo, frente a Lisboa, y el día 30 se dio la orden de partir. Aquello debió de ser un espectáculo digno de ser contemplado. A su frente no estaba Álvaro de Bazán, pues había muerto poco antes, sino un noble andaluz, Alonso de Guzmán, duque de Medina Sidonia. Un aprendiz de general que, hasta en sus cartas, aseguraba "no saber de la mar ni de la guerra". A cambio, era bastante sensato y leal al rey, cualidades poco habituales entre la aristocracia española de la época.
Las cosas se complicaron nada más salir. Los vientos del norte obligaron a la colosal flota a zigzaguear durante dos semanas, tiempo que invirtió en viajar de Lisboa a La Coruña. Allí el duque ordenó parar, y escribió a Madrid para que el rey se lo pensase dos veces. Pero Felipe era, amén de beato y lento, bastante cabezón y muy hecho a mandar. Le contestó al duque que el Señor proveería trocando "todos los estorbos en mayor gloria suya". Ante argumentos de tal peso, Alonso de Guzmán se hizo a la mar el 22 de julio.
Los vientos, por primera y última vez, acompañaron a la expedición. El día 29 avistaron las costas de Inglaterra. Las órdenes de Madrid eran terminantes. No se podía atacar ningún puerto inglés, que es lo que le pedía el cuerpo a los capitanes españoles, había que continuar hasta Flandes y allí recoger a Farnesio. La presa era, además, tentadora: 130 barcos bien armados iban a pasar por delante de Plymouth, base de la flota inglesa, que en aquel entonces no se encontraba bien defendido por falta de fondos. Los vascos Oquendo y Recalde solicitaron al almirante de la Armada entrar a saco en Plymouth, aunque sólo fuese para vengar el asalto de Drake a Cádiz el año anterior, pero Medina Sidonia se negó en redondo. Las órdenes del rey eran inapelables, y el ojo por ojo pecado.
De este modo, la Gran Armada pasó delante de la boca del lobo y lo dejó escapar con vida. La flota estaba dividida en escuadras. Presidiendo la formación se encontraba el galeón San Martín, buque insignia en el que navegaba Medina Sidonia. Tras él, las escuadras de Castilla y Portugal, la de Vizcaya –a la derecha– y las de Levante y Guipúzcoa –a la izquierda–. Cubría la retaguardia la escuadra de Andalucía. En el centro, bien abrigadas, las naos mercantes y los vulnerables pataches y pinazas del Cantábrico. Era una grandiosa y, aparentemente, inexpugnable fortaleza en alta mar.
Desde la costa se veían los navíos españoles, lo que hizo palidecer a sus habitantes y puso en pie de guerra a la flota inglesa. Como no podían defender los puertos salieron a la caza, a hostigar a la Armada para que se alejase. El 31 de agosto se produjo la primera escaramuza. Los ingleses, temerosos de ser abordados y sabedores de la potencia de fuego de los galeones españoles, optaron por atacar rápidamente desde lejos. En eso eran muy superiores. Habituados a la piratería, sus capitanes habían modelado sus buques hasta convertirlos en estilizados navíos, muy maniobrables, equipados de artillería de largo alcance.
Los españoles, por el contrario, seguían empeñados en hacer la guerra en el mar como se hacía en tierra: cañonazo corto, abordaje y batalla campal; como en Lepanto, fiándolo todo a la bravura, el coraje y la mala leche propios de la infantería española. Medina Sidonia, sin embargo, no quería luchar. Su misión era llegar a Flandes, embarcar a los Tercios y dirigirse a Inglaterra con ellos para rematar, en tierra, a la reina virgen y a sus secuaces.
En aquel primer encuentro se perdieron dos barcos, el Nuestra Señora del Rosario, un recio y moderno galeón, y el San Salvador. El primero fue desarbolado luego de que chocara accidentalmente contra el Santa Catalina. El segundo sufrió una explosión, según parece provocada por un artillero flamenco cuando se enteró de que un capitán español se estaba beneficiando a su esposa, una alemana que caería prisionera de los ingleses poco después.
Exceptuando estas dos adversidades, fruto de la imperecedera propensión española a las prisas y a meterse donde a uno no le llaman, el resto de la Armada salió bien librado. Tan optimista era el ambiente que el catalán Hugo de Moncada pidió permiso para machacar al Ark Royal, buque insignia inglés, comandado por Lord Howard. Ni que decir tiene que el duque se lo prohibió tajantemente.
El 6 de agosto Medina Sidonia dio aviso a todas las escuadras para fondear en Calais. Tenía que localizar a Alejandro Farnesio, que no había dado señales de vida, a pesar de que le había despachado varios mensajeros a Bélgica con el apremio de que tuviese lista la tropa para el embarque.
En Calais recibieron noticias del gobernador de los Países Bajos, pero no eran buenas. No había conseguido reunir el ejército deseado, y sólo controlaba dos puertos del Canal, el de Dunkerque y el de Nieuport, que, para colmo de males, carecían de fondo para los pesados galeones venidos desde España. Los ingleses no sabían nada de esto, por lo que trazaron un arriesgado plan para impedir que los Tercios tomasen las naves fondeadas en Calais. Llenaron de explosivos ocho barcos y los remolcaron hasta las inmediaciones del puerto. Eran brulotes, un arma recién inventada que haría furor en el siglo XVII.
A medianoche metieron fuego a las naves y las enviaron contra la Armada, aprovechando la pleamar. Medina Sidonia, que se olía algo semejante, alineó las pinazas a la entrada de la bahía. Los brulotes atravesaron la línea incendiándola, y entonces, según se aproximaban las chisporroteantes bolas de fuego, el duque disparó los cañones del San Martín para que toda la Armada abandonase Calais.
Ahí se torció todo. Los barcos españoles se dispersaron a lo largo de 10 millas de costa, exponiéndose al fuego enemigo, que podría concentrarse en cada buque individualmente. El efecto fortaleza, la única ventaja que les había acompañado, se acababa de desvanecer.
Los ingleses advirtieron pronto que la ocasión la pintaban calva, y el almirante Howard, con sus tres capitanes, Drake, Hawkins y Frobisher, se lanzó sobre la desperdigada Armada española. Fue la famosa batalla de Gravelinas, que, aunque los ingleses se empeñen en lo contrario, no fue tan desastrosa como dicen. Medina Sidonia se defendió bien, y sólo se perdieron dos galeones, una nao y una galeaza. Entre los muertos se encontraba el temperamental Moncada, que, encallado en una playa, siguió luchando hasta que un arcabuzazo le dio entre los ojos y le partió la cabeza. Lo irónico es que fue el propio Lord Howard, a quien Moncada había intentado abordar días antes, quien saqueó su barco, la galeaza San Lorenzo. La caballerosidad británica no se había inventado todavía; la testarudez catalana, por el contrario, estaba en su máximo apogeo.
Al día siguiente de Gravelinas la flota de Medina Sidonia siguió a la deriva, hasta acercarse peligrosamente a los bancos de arena de Zelanda. Entonces, casi milagrosamente, cambió el viento, con lo que la Armada se internó en las gélidas y desconocidas aguas del Mar del Norte. Nunca antes un convoy militar español se había adentrado tan arriba. Y era sólo el principio.
No había demasiadas opciones. El oeste era malo porque esperaba una muralla de 180 buques ingleses con las culebrinas listas y la pólvora seca. El sur era peor: las costas de Holanda estaban infestadas de corsarios flamencos, a quienes sólo oír hablar español les ponía de muy mal humor. El este no era mejor elección: la costa alemana era un feudo protestante, y Dinamarca un firme aliado de Inglaterra. Sólo quedaba el norte, una dura travesía que les obligaba a circunnavegar las islas británicas sin parar, expuestos, además, a una meteorología poco o nada amistosa.
Como no había mucho donde elegir, Medina Sidonia puso rumbo a Escocia. Daba comienzo el verdadero desastre. Lo que no había conseguido Howard lo iban a lograr los temporales, el hambre y las traicioneras costas de Irlanda. La toponimia de aquellas tierras tan lejanas da fe de aquella travesía desesperada: en las Shetland hay un lugar llamado Spaniards Grave, que significa "tumba de los españoles", lo mismo que Tuanna na Spainneach, cerca de la desembocadura del Shannon, en el condado de Clare; en Connaught, Duirling na Spaninneach; en el Ulster, la Spaniards Cave, Port na Spanish o Carrick na Spania.
No muy lejos de la Calzada de los Gigantes se hundió la galeaza Girona, con 1.300 españoles a bordo. Sólo sobrevivieron nueve, auténticos gigantes embarcados en un viaje imposible y tan absurdo como ir a morir contra las rocas de un acantilado en Irlanda.
El 24 de septiembre de 1588, tres meses y 25 días después de partir de Lisboa, el duque de Medina Sidonia entró en Laredo con sólo 24 navíos. Dos semanas más tarde arribó a La Coruña el bilbaíno Juan de Recalde, a bordo del San Juan de Portugal. El 14 de octubre llegó el último barco, el Santa Ana, capitaneado por Miguel de Oquendo. La mala suerte se cebó con él hasta el final: la santabárbara del galeón explotó antes de entrar en el puerto de Pasajes, dejando a Oquendo herido de muerte.
Con la de Oquendo, la aventura de la Armada de Inglaterra se cobró la vida de 20.000 hombres. Nadie pagó por la derrota. Quizá porque el culpable no fue Medina Sidonia, ni los traicioneros brulotes de Calais, ni los elementos en Irlanda. El culpable del desastre estaba muy lejos de allí, a cientos de kilómetros del mar, recluido en su pirámide firmando papeles.
www.diazvillanueva.com
jueves, 26 de noviembre de 2009
Montañesismos
Salvador Dali
En 1922 va a estudiar a Madrid, a La Escuela de Bellas Artes de San Fernando, de la que será expulsado en 1926 por negarse a ser examinado de una asignatura, ya que pensaba que ninguno de sus profesores sabía más que él de esa materia. Mientras estudia, se aloja en la Residencia de Estudiantes, donde conocerá a Luis Buñuel y a Federico García Lorca, con los que trabará una gran amistad además de realizar numerosos proyectos artísticos.
Entre los cuadros de esta época destacan Retrato de Luis Buñuel y Muchacha en la ventana. En este último rompe con los convencionalismos al situar a la muchacha, que es su hermana, de espaldas al espectador.
Los primeros cuadros surrealistas de Dalí se pintan en Cataluña, La miel es más dulce que la sangre y Aparato y mano.
En 1929, en París, Joan Miró le pone en contacto con los miembros del surrealismo, tendencia a la que se alistará a partir de entonces. Al igual que los surrealistas, mostró un enorme interés por las teorías del psicoanálisis de Freud, atrayéndole la importancia del inconsciente como fuente inagotable de imágenes poéticas. Dalí desarrolló su propia interpretación del surrealismo. Estaba convencido que el arte debía ser el resultado de las vivencias e inquietudes de cada autor. Se interesó por trasladar a sus lienzos sus turbaciones, su visión del mundo, sus sueños. El mundo del subconsciente supondría la instalación en el territorio de los instintos reprimidos. Desde entonces pintará sus obsesiones siguiendo su "método paranoico-crítico", que consiste en la exaltación consciente de elementos que conforman el mundo interior del paranoico. El paranoico revela de forma espontánea la imagen que para él conforma la realidad, esta es una imagen deformada por sus obsesiones y problemas.
En este momento pinta El gran masturbador, El espectro del sex-appeal y La persistencia de la memoria.
En sus pinturas, Salvador Dalí, exterioriza las obsesiones ocasionadas por los traumas de su infancia, de manera que podemos entender su obra como una autoconfesión. Sus padres habían tenido otro hijo llamado Salvador que había muerto. Este incidente hizo que sus padres vieran en él un gemelo del hijo perdido, poniéndole el mismo nombre y comparándolo continuamente.
El sexo y las enfermedades venéreas son otra de sus preocupaciones. Dalí sentirá un horrible pánico al sexo, sobre todo al femenino, por lo que también sufrirá impotencia, que le hará entregarse al onanismo como sustituto. De ahí la proliferación de formas flácidas y muletas y su tendencia a la exageración.
En El gran masturbador están presentes todos sus miedos. El cuadro juega con la ambigüedad de las imágenes, nada es lo que parece. Puede considerarse el antecedente de su método paranoico crítico.
La figura principal es el autorretrato del pintor, con los rasgos más característicos de Dalí: la cara amarilla, una enorme nariz y el rostro alargado. Pegados a su figura hay numerosos elementos simbólicos que tienen varios significados. El saltamontes, animal que le aterra desde la infancia, con el vientre lleno de hormigas que simbolizan la muerte. Un anzuelo como atadura a su familia y la cabeza de un león como deseo sexual. Emergiendo de su autorretrato surge la figura de una mujer que aproxima su rostro a unos genitales, representa la masturbación como la forma más pura de relación sexual.
Gala, su musa y compañera, aparece representada en la pareja del fondo del cuadro que se abrazan. La figura aislada es la soledad y las pestañas largas simbolizan la esperanza de cumplir sus sueños.
En El espectro del sex-appeal muestra sus fobias a la sexualidad. Es una visión terrible al sexo femenino en un paisaje del Cabo de Creus. Es la imagen monumental de una mujer sin cabeza, ni manos ni pies, con dos muletas. La figura es contemplada por un niño, que es el propio Dalí, a quien el sexo se le aparece como un objeto misterioso y repugnante.
La persistencia de la memoria, es el miedo al paso del tiempo. Aparece su retrato rodeado de relojes doblados y derretidos. Intenta reflejar en ellos la irrelevancia del paso del tiempo. El único reloj no deformado está lleno de hormigas que simbolizan la muerte.
Los años previos a la guerra civil fueron duros para Dalí. En Premonición de la guerra civil refleja el terror que se vivía en los años previos.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial va a vivir a Estados Unidos con Gala, donde permanecerá hasta 1948, año en que regresa a España y se instala en Port Lligat. Se produce una vuelta al clasicismo. Él mismo se declara profundamente católico. Pinta obras religiosas tocando temas de la cristiandad. Madonna de Port Lligart, Leda atómica, El Cristo de San Juan de la Cruz y La última cena.
La explosión atómica del 6 de Agosto de 1945 en Hiroshima le conmocionó. A partir de entonces, el átomo se convirtió en el elemento favorito de inspiración para sus pensamientos. Leda atómica representa la figura mitológica de Leda, mortal seducida por Zeus disfrazado de cisne. Fruto de esta relación fue el huevo de donde salieron los gemelos Cástor y Pólux. Aquí Leda toma la forma de Gala sentada sobre un alto pedestal, con los pies apoyados en pequeños pedestales flotantes, mientras acaricia al cisne volador.
El Cristo de San Juan de la Cruz, está concebido en actitud barroca. Nos ofrece la crucifixión con un punto de vista insólito, desde arriba, con el cuerpo en escorzo. El cuadro de divide claramente en dos zonas, el fuerte tenebrismo del crucificado contrasta con el cotidiano paisaje inferior. Ambas están separadas por la distinta iluminación, pero son unidas en el ojo del espectador por la coincidencia del punto de fuga.
Galatea en las esferas es la imagen de Gala formada por esferas casi en su totalidad. En el centro de la imagen las esferas están distribuidas como átomos con punto de fuga en la boca.
En 1974 inaugura el Teatro-Museo Dalí en Figueres. Tras la muerte de Gala, la salud de Dalí irá deteriorándose hasta que en 1989 muere y es enterrado en el Teatro-Museo de Figueres.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Nuestra tierra, La Montaña
Tomás de Zumalacárregui
"En la Primera Guerra Carlista en el Frente Norte, el Jefe militar más destacado de las tropas Carlistas Vasco-Navarras fue sin duda el General Tomas Zumalacárregui, artífice de las victorias de Alsasua, Orbaizeta, Arquijas y también del sitio de Bilbao. Supero con creces a todos los Jefes LIBERALES, pero falleció a consecuencia de una herida, como los buenos Generales Carlistas, en Junio de 1835, precisamente junto a Bilbao la ciudad sitiada. Con su muerte los Carlistas perdimos a nuestro principal caudillo guipuzcuano y nuestro avance, hasta entonces imparable, se vio detenido por el Liberal Espartero. Los nietos de los Guerreros Requetés del 36 si entraron en Bilbao a mayor gloria de sus abuelos que desde el Cielo les aclamaban. POR DIOS, LA PATRIA Y EL REY Lucharemos nosotros también......
En Pamplona se hallaba el Coronel Zumalacárregui: Había sido depurado después de los sucesos de La Granja del 1832. Se une en Piedramillera a las pocas fuerzas carlistas navarras que quedaban, que estaban al mando de Iturralde, y Sarasa. Con ellos, se presenta en Estella. Allí es planteada la cuestión del mando único militar en Navarra, cargo para el que se había designado a Francisco Benito Eraso, pero éste todavía no se había incorporado al mismo. Sarasa propone a Zumalacárregui para que cubra este puesto interinamente hasta la llegada de Eraso. Iturralde se opone, pero Sarasa convence a todos los demás. Y Zumalacárregui empieza a trabajar reuniendo a todas las Partidas Carlistas y a todos los voluntarios, los va instruyendo y poco a poco consigue armarlos y va deslumbrándose un pequeño ejercito.
Zumalacárregui comenzó a cosechar pequeños triunfos, adoptando la táctica de guerrillas, a la espera de poder reunir un auténtico ejército. Pronto los demás vascos empezaron a fijarse en el. A la vista de cómo iban las cosas, el 7 de diciembre de 1833 las diputaciones carlistas de Vizcaya y Guipúzcoa, así como los cabecillas de Álava, nombraron a Zumalacárregui Jefe de todas sus fuerzas. Era el primer ejército que pudiera enfrentarse, a campo abierto y con éxito, a las tropas leales a la reina Guiristina.
Las primeras acciones de Zumalacárregui con sus batallones navarros, a finales de 1833, se limitan a hostigar a la fuerzas regulares y recoger el material bélico que dejan abandonado los liberales en Nasar y Asarta. Su primer gran éxito lo consigue en el llano de Güesa: sorprende a la Ciudad de Vitoria y derrota tres veces seguidas al General liberal Quesada: en Muro, en Alsasua y en Muez. La estrategia de Zumalacárregui empieza a hacer estragos en el generalato cristino "GUIRI". El General Carlista le pide a D. Carlos, como arma psicológica, que entre sea como sea, en España. Nuestro Rey que había salido de Portugal obligado por la derrota del Rey Miguel y estaba confinado en Inglaterra, logra escaparse y entra en España. La presencia de D. Carlos logra el efecto deseado y Zumalacárregui sigue cosechando victoria tras victoria: Artaza, Eraul, Las Peñas de San Fausto y Viana. En Álava vence por dos veces consecutivas al ejercito cristino en Alegría, victoria que remata con las acciones de Arquijas y Mendaza.
Los Carlistas vuelven a vencer en Ormaízrtegui, las Arquijas y Mendaza, en Donamaría y en Arróniz. Mientras tanto. Eraso vence a Espartero en descargo y tras la victoria de Zumalacárregui en su terreno favorito, las Amézcoas, Vizcaya y Guipuzcoa pasan a ser deminadas por nuestra tropas y nuestro Rey D. Carlos.
Los Requetés del Tercio de Zumalacárregui eran su mayoría hijos de Oñate, Mondragón y Vergara y junto a sus correligionarios Carlistas de los Tercios de Oriamendi y San Ignacio fueron la fuerza Carlista de Guipúzcoa."
martes, 24 de noviembre de 2009
Manuel Fernández Caballero
En 1850, o sea cuando contaba quince años, se trasladó a Madrid, donde siguió recibiendo lecciones de Soriano Fuertes, y además de Eslava y Albéniz. Ingresó en el Conservatorio y obtuvo en 1856 el primer premio de composición. Se costeó sus estudios actuando como primer violín en el Teatro Real, de donde pasó a director de orquesta del Teatro Variedades y posteriormente del Lope de Vega, Circo y Español. En aquella época compuso un oficio de difuntos, otras piezas de música sacra y de danza, y adaptó para banda y orquesta piezas de ópera.
En 1853 ganó unas oposiciones para maestro de la Capilla de Santiago de Cuba; pero no pudo ocupar la plaza por no haber alcanzado la edad que se requería. Llevado de su afición al teatro, consiguió que Luis Eguilaz le diera el libreto de una zarzuela para ponerle música y que se titulaba La vergonzosa en palacio, que cantó el célebre Farinelli con éxito de critica y público. Casi al mismo tiempo estrenó Tres madres para una hija, libro de A. Alvera, obra que firmó con el seudónimo de Florentino Durillo. Siguieron La jardinera, La reina topacio, Un cocinero y El loco de la guardilla.
En 1864 marchó a Cuba como director de orquesta de una compañía de zarzuela. La estancia en Cuba de nuestro compositor se prolongó por espacio de siete años, dedicados casi por completo a la enseñanza y a organizar conciertos en los que sólo tomaban parte sus discípulos. Vuelto a Madrid en 1871, estrenó El primer día feliz, que renovó los triunfos alcanzados antes de su marcha. En 1884 pasó a Lisboa y de allí a Sudamérica para poner en escena sus zarzuelas, que también en aquellas latitudes alcanzaron los éxitos obtenidos en Madrid.
En 1891 fue elegido miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid. Pero el mucho trabajo que sobre él pesaba fue robándole el tiempo que necesitaba para redactar el reglamentario discurso de entrada y unas cataratas en los ojos le fueron nublando la vista, hasta el punto de que apenas si pudo escribir de su puño y letra la música de El Dúo de la Africana. La Viejecita, Gigantes y Cabezudos y El señor Joaquín las tuvo que dictar, ya casi ciego, a su hijo Mario.
Una feliz intervención del doctor Mansilla le devolvió en gran parte la vista y finalmente pudo escribir primero, y pronunciar después, el discurso de entrada, que versó sobre Los cantos populares españoles considerados como elemento indispensable para la formación de nuestra nacionalidad musical. En 1903, el gobierno le concedió la Gran Cruz de Alfonso XII, cuyas insignias le regaló su ciudad natal por suscripción popular.
En 1904 celebró sus bodas de oro con la música con brillantes actos conmemorativos que tuvieron lugar en el Teatro de la Zarzuela. Los últimos títulos de su abundante producción de zarzuelas fueron María Luisa y La Cacharrera. Músico de extraordinarios méritos, que había sabido conquistar la popularidad, al morir fue objeto de grandes honras fúnebres.
Jesús de Monasterio
Jesús de Monasterio, nace en la villa de Potes el 21 de marzo de 1836. Su padre, Jacinto de Monasterio, gran entusiasta de la música, aprendió a tocar el violín y al ver que su hijo se emocionaba con la música, le compró un violín en un viaje que realizó a Valladolid. El niño comenzó a dominar el instrumento y su primer concierto en público lo dio en el Monasterio de Santo Toribio, ante sus paisanos lebaniegos.
Monasterio, recibe clases en Valladolid y Palencia; incluso, del primer violín de la catedral y en el año 1843, con siete años de edad, fue presentado en la Corte de Madrid siendo regente Espartero, como un niño prodigio en precocidad y talento musical, tocando ante la reina Isabel II. Su fama se extiende. Don Jacinto quiso llevar a su hijo al conservatorio de París, pero muere en el año 1845. Don Basilio Montoya, gran amigo de su padre, se convierte en tutor del violinista, interesándose en que continúe sus estudios.
Desde 1847 a 1851, Monasterio, estudia en Bruselas y en 1852 escribe un Nocturno dedicado a su madre, Isabel de Agüeros. En 1854, recorrerá Inglaterra, dando a conocer su Fantasía Española. Ese año, es nombrado violinista honorario de la Capilla Real de España y el 9 de marzo de 1857, es nombrado profesor de violín del Real Conservatorio. El año anterior le habían regalado un stradivarius de don Juan Gualverto González. Desde 1856 a 1861, Monasterio, está en Madrid y viaja cuando puede a Potes a visitar a su madre y a sus dos hermanas. En 1861, visita Alemania y toca en la catedral de Colonia.
El 4 de enero de 1862 toca en Bruselas Concierto y Rondó Liebanense, además de Adiós a la Alhambra, una de sus grandes composiciones.
A los 33 años se casa con doña Casilda de Rábago.
En 1863 funda junto con Juan María Guelbenzu la Sociedad de Cuartetos de Madrid con el propósito de dar a conocer obras de los grandes compositores de música de cámara. Fue pionera en la interpretación de la música camerística del clasicismo y el romanticismo europeo, principalmente, alemán. Ofrecieron una amplio repertorio de obras jamás estrenadas de autores como Mendelssohn, Brahms, Dvorak, o Svendsen, y, en ocasiones, Wagner. Posteriormente, con la colaboración del violonchelista Víctor Mirecki, también incluye música de cámara francesa, especialmente de Lalo y Saint-Saëns. También realizó un especial trabajo de promoción de compositores españoles, estrenando obras de Pedro Marqués, Ruperto Chapí y Tomás Bretón. En su primera temporada estaba integrado, acompañados por los pianistas Mariano Vázquez Gómez y Guelbenzu, los violinistas Rafael Pérez y el propio Monasterio, el violista Tomás Lestán, y el violonchelista Ramón Rodríguez Castellano, sustuido posteriormente por Mirecki. Sus giras fueron continuadas por toda España y Portugal, Francia e Inglaterra durante más de 30 años, y su presencia fomentó la creación de sociedades musicales similares en toda la Península. Se disolvió en 1894. Monasterio era el alma mater, era tal su influencia sobre este grupo que el propio Emilio Castelar popularizó una frase en la que afirmaba que la única autoridad indiscutible en España era la de Jesús de Monasterio al frente de los músicos de la Sociedad de Conciertos.
Ingresa en 1875 en la Academia de Bellas Artes y en 1887 crea la cátedra de perfeccionamiento de violín y música instrumental de cámara, pasando en 1893 a ser director del Conservatorio de Madrid, cargo del que dimitió por sentirse marginado por el Ministerio en la aplicación de las reformas por él propuestas.
De su amistad con la penalista Concepción Arenal queda una maravillosa Salve escrita por Concepción y con música del violinista.
En los primeros años del XX hace importantes donaciones al Real Conservatorio de Madrid que enriquecen sobremanera los fondos bibliográficos y documentales del centro.
En el año 1903 da su último concierto en El Sardinero (Santander), falleciendo el 28 de septiembre de dicho año en su casa solariega de Casar de Periedo, cerca de Cabezón de la Sal, lugar donde Monasterio tenía costumbre de retirarse en busca de inspiración. Moría uno de los músicos que más había hecho en el siglo romántico por introducir y potenciar la música de cámara en España.
El 30 de septiembre de 1906 se inaugura en su villa natal de Potes una escultura con su busto, obra del catalán Pedro Estany, frente a la iglesia parroquial y en la plaza que lleva su nombre. Es el reconocimiento de Potes al genial artista lebaniego. En la actualidad existe en Santander un Conservatorio de Música con su nombre. Gracias a la labor de gente como la pianista María Jesús García es posible la recuperación de la obra de Jesús de Monasterio.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Credo de España
Creo en una sola España. Madre fecunda, creadora del cielo limpio y la tierra varia.
Y de todas las Américas de América. Y en un solo pueblo español, primogénito entre los hijos de España; nacido de la Madre, antes de todos los descubrimientos.
Pueblo de pueblos, nación de naciones, verdadero Reino de reinos verdaderos.
Engendrado y hecho; consustancial al Mare Nostrum, por el cual fueron hechas Grecia y Roma; cuyas aguas, por nosotros y por nuestra civilización, nos enviaron el Derecho.
Y la Cruz.
Y por obra del Apóstol Santiago, la Cruz encarnó en Iberia pagana.
Y se hizo España. Y corrieron los tiempos.
Y por nuestras culpas, España fue crucificada; padeció bajo el poder de la Media Luna y fue sepultada.
Y resucitó al octavo siglo, según las crónicas. Y subió a las cumbres, donde estuvo sentada a la diestra de la Gloria. Y, por nuestra desidia, hubo de bajar al suelo y ser juzgada por amigos y enemigos. Y su imperio tuvo fin. Pero no, su aliento.
Creo en el amor a España, soplo vivificante que procede del honor y va hacia el mañana. Creo en el genio de España, horno de virtudes y redoma de mezquindades; pero creo en España. La cual, con sus pueblos de aquí y de allá, debe ser justamente venerada, respetada y glorificada; que habló por boca de sus ejemplos, calló por dignidad y tiene pedida la palabra.
Y creo en Castilla, que es una, santa y dolorida. Creo en las barras de Cataluña, en las cadenas del rey Sancho y en las Asturias de Santillana. Creo en el león y en la granada de Granada. Creo en el tañido de Compostela y en las Vascongadas de España.
Creo en una sola España.
Creo en la comunión de sus pueblos. Confieso una sola bandera por símbolo de esta fe, y por testigo de la Patria. Y espero la resurrección de los muertos a España.
Y aliento para todos.
El espíritu esté siempre con nosotros.
Y en el Derecho.
Juan Luis Calleja
domingo, 22 de noviembre de 2009
Cómo ganarse el Cielo partiendo un pollo
Nacho, el carnicero, cuenta cómo busca a Dios luchando por hacer cada día mejor su trabajo. Algunas clientas no se lo ponen nada fácil…
Por la libertad, al grito de “¡Cristo Rey!”
sábado, 21 de noviembre de 2009
Dies Domini 22 de noviembre de 2009, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
«¿Eres tú el rey de los judíos?»
Jesús le contestó:
«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
Pilato replicó:
«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí, ¿qué has hecho?»
Jesús le contestó:
«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo:
«Con que, ¿tú eres rey?»
Jesús le contestó:
«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».
Juan 18, 33b-37
Comentario
Jesús, desde siempre, es el Rey, desde la Navidad hasta su muerte, Rey de los judíos. Sin embargo, no quería Jesús utilizar este título mesiánico, por los malos entendidos o confusiones a que se podía prestar. Jesús es el rey de los judíos, su amor es reinar, pero no al estilo del mundo. La clave es que no tiene nada que ver su reino, donde la ley son las Bienaventuranzas, con el estilo de los poderosos que reinan en nuestra tierra. Su reino es otra cosa. Por eso, cuando queda claro que su cetro es la cruz y su trono el amor humilde, entonces no tiene ningún inconveniente en proclamarse rey: Yo soy Rey.
Es decir, Jesús es rey y quiere reinar en todos los corazones humanos para hacerlos inmensamente felices. Quiere reinar en los proyectos humanos para que se valore la vida, para que los pobres sigan siendo los importantes del Reino y para que triunfe, no la civilización de la muerte, sino la civilización del amor y de la vida. Y esto sólo consiste en que aceptemos de corazón todos los planes de Dios. Su reino no se impone, como no se impone su amor, que le lleva a servir de rodillas, como hace en la tarde del Jueves Santo.
No hay duda de que Jesús es Rey y, al terminar el Año Litúrgico con esta fiesta, la Iglesia nos recuerda que el Señor, con su amor, desea ser conocido y amado. Sigue viniendo a los suyos, y los suyos no le reconocieron. Termina la vida como empezó. Un amor ofrecido y no acogido más que por los pobres de verdad, por aquellos que han descubierto Su amor incondicional y abierto a todas las necesidades del mundo.
Cristo, rey del universo, quiere reinar sobre todo en el universo de cada corazón humano, donde se toman las decisiones, que afectan a todo el universo, a toda la sociedad. Este Reino en nosotros proclama que ni la guerra, ni la lucha de poder, ni el terrorismo, ni todo lo que atenta contra la vida, tiene futuro: No quedará piedra sobre piedra.
Es necesario recordar, una y otra vez, que sólo en la medida en que nos hacemos servidores reinamos en el corazón de los que aman. El reino de Jesús es servicio en amor entregado. Él no viene a reinar más que con las armas que le dice a Pilato, las armas de la verdad, del amor, de la entrega.
En la medida en que nos hacemos testigos del amor de Jesús y nos unimos a Él en la obra de la Redención, nos convertimos en constructores del Reino y construimos la civilización del amor.
+ Francisco Cerro Chaves
obispo de Coria-Cáceres
viernes, 20 de noviembre de 2009
Nueva sección: España en la mesa.El cocido montañés
Es un plato fuerte al tener un gran aporte calórico, por lo que sacia bastante el apetito y a veces se come como plato único, degustándose la parte vegetal de primero y la carne como segundo. Este hecho no es banal dado que el cocido montañés suele ser mucho plato si se desea probar algo más que el postre.
Se cree que surgió en el siglo XVII y se preparaba para combatir los rigores del clima invernal húmedo y frío de La Montaña.
Actualmente dentro de la región tiene fama y destaca en su preparación el Valle de Cabuérniga, siendo la zona del cocido montañés por excelencia.
Sano di Pietro
jueves, 19 de noviembre de 2009
Catedral de Santa Cruz de Cádiz
Jaime Balmes
Ya en Barcelona, dirigió la revista La Sociedad (1843), en la que abordó problemas económicos, sociales y religiosos (propugnó la protección de la industria y de la agricultura catalanas y las asociaciones obreras como instrumento para acuerdos sobre salarios y horas de trabajo; combatió la idea burguesa de que las reivindicaciones sociales eran asunto de orden público y el centralismo madrileño ante el incipiente nacionalismo catalán).
En 1844 marchó a Madrid para dirigir la revista El Pensamiento de la Nación, en la que desarrolló su ideario: monarquía, unidad de liberales y carlistas (promovió, aunque sin éxito, el matrimonio entre Isabel y el conde de Montemolín) y restablecimiento de las relaciones con la Santa Sede (tras intentar reparar las consecuencias de la amortización).
Viajó a Francia de nuevo (1845), donde leyó las novedades filosóficas y elaboró la Filosofía fundamental (1846), resumida en Filosofía elemental (1847); sin embargo, su primera obra filosófica fue El criterio (1843).
Considerado el filósofo más importante de la España del siglo XIX, Balmes moderniza la escolástica y, a impulsos de la filosofía escocesa del sentido común, centra su atención en el problema de la certeza y en el criterio de ésta (conciencia, evidencia, instinto intelectual). Secretario (1847) del nuncio en Madrid, influyó en el nombramiento de obispos (entre ellos Antonio María Claret para Cuba) y escribió el libro Pío IX, mal acogido por los círculos integristas, pues afrontaba la dificultad de juzgar la vía elegida por el papa. Miembro de la Real Academia (1848), enfermó de gravedad y se retiró a Vic.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Pensamientos
A veces sucede así en la vida: cuando son los caballos los que han trabajado, es el cochero el que recibe la propina. Daphnè du Maurier
Ahora, que te entregaste, pídele una vida nueva, un "resello": para dar firmeza a la autenticidad de tu misión de hombre de Dios. San Josemaría Escrivá de Balaguer
Al final del camino de la vida, no te preguntarán "que tienes", sino "quien eres" ¿Cuál será tu respuesta? René Juan Trossero
Al que vive temiendo nunca le tendré por libre. Horacio
Alégrate de la vida porque te da la oportunidad de amar y trabajar y jugar y mirar a las estrellas. Henry Van Dyke
Algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora. John Lennon
Algunos prefieren vivir a lado del sonar de la campana de la iglesia, yo preferiría vivir trabajando en una tienda de rescate de almas a un metro del infierno . Charles T. Studd
Amando a los demás descubriréis el sentido de la vida. Juan Pablo II
¿Amas la vida? Pues no malgastes el tiempo que es la tela de la vida. Benjamín Franklin
Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único. Aghata Cristie
El Monte Ayala en Santander
martes, 17 de noviembre de 2009
Los gauchos
Santander desde el aire
Moderna y cosmopolita Santander, capital de Cantabria, situada al norte de España, pero orientada al sur de una de las bahías consideradas más bonitas del mundo y el abrigo natural más grande de todo el cantábrico.Santander combina a la perfección mar y montaña y goza de un encuadre geográfico único en el mundo en el que estos dos elementos se conjugan de manera envidiable y la hacen disfrutar de un entorno natural y privilegiado que la abriga por todos sus costados.En Santander, hay un rincón para cada momento. De calles estrechas, esta pequeña ciudad ofrece todas las ventajas de una ciudad moderna y capital de provincia mientras conserva a su vez todo lo positivo de las poblaciones rurales. Con 190.000 habitantes, se perfila como una ciudad tranquila y de gran calidad de vida en la que sus playas de fina arena y la naturaleza que la envuelven , la convierten en el lugar perfecto para disfrutar y relajarse.En este paraíso natural, el ciego nunca podrá encontrar consuelo...
lunes, 16 de noviembre de 2009
José Bros, Ah mes amis, de La fille du regiment
Si hay una ópera que es capaz de levantar hasta el ánimo más decaído, esa es "La fille du Régiment". La ópera donizettiana, estrenada en el Opéra-Comique de París bajo la amenaza de un boicot hacia el compositor italiano, se saldó con fracaso "fugaz", ya que se siguió representando con un éxito mayor en las siguientes puestas en escena. Los compositores franceses no daban crédito al éxito de Donizetti en París y sentían una sensación de que el compositor de Bérgamo se estaba ganando al público parisino. Si a eso le unimos la exaltación a la patria francesa que se palpa en cada momento de la ópera, especialmente ese "Salut à la France!", era evidente que el público parisino iba a acoger cada vez mejor esta ópera en un momento en el que parecía que París se convertía en el centro más relevante en el mundo de la ópera. En la actualidad, se debe a Joan Sutherland y Luciano Pavarotti la recuperación de esta ópera que ha permanecido a la sombra de las grandes óperas de Donizetti: Don Pasquale, La Favorita, L'elisir d'amore o la célebre Lucía di Lammermoor. El libreto fue desarrollado por Jean François-Alfred Bayard y J.H.Vernoy de Saint Georges. Los papeles principales fueron asumidos ese 11 de febrero de 1840 por Juliette Bourgeois (Marie), Mécène Marie de Lisle (Tonio), Mary -Julie Boulanger (Marquesa) y Henry (Sulpice). Son varios los fragmentos que han alcanzado notoria popularidad: el célebre "Pour mon âme", "Pour me rapprocher de Marie", el canto del Vigésimo primer regimiento y el "Salut à la France". Es una ópera que, como comenté al principio, se disfruta por su optimismo.
Acto I - Campiña tirolesa. 1805
Tras una obertura inusual que deja claras las intenciones del compositor empieza la ópera propiamente dicha. El ejercito napoleónico acecha la zona con el objetivo de conquistarla. En el escenario se ve campesinos nativos preparados para la lucha mientras las mujeres rezan a la Virgen para que les proteja (Sainte Madone, Douce Patronne). La marquesa de Berkenfield aparece en escena y, ante la perspectiva de un ataque francés, se une a los campesinos en el ruego. Desde la montaña, un paisano tranquiliza a la gente avisando que los franceses se retiran, lo que hace que la gente se relaje. Es el momento para asistir a la primera escena de cierto calado: la marquesa se mofa de los franceses ("Pour una femme de mon nom... ") mientras la gente que la rodea, más calmada, la escuche entre sonrisas. El mismo paisano de antes confirma lo dicho antes, lo que hace que definitivamente la gente lo celebre ("Allons, plus d'alarmes! ") de una manera tal que provoca que el propio espectador se sienta partícipe de la alegría de estos lugareños. Marchan todos. Tras una breve conversación hablada, más propio de la opéra-comique, llega un dúo ("Et comme un soldat j'ai du coeur!") que nos va a permitir conocer tanto a Sulpice como Marie, la cantinera del regimiento, así como unas pinceladas del pasado cuando Sulpice recuerda como llegó Marie, siendo bebé, al regimiento; en todo el desarrollo del dúo observamos que se puede dividir en unas tres partes, siendo la primera y la tercera parecidas (repetir el inicio del dúo) mientras que la parte central es algo más sosegada (ya es difícil con el carácter de Marie) que es donde captamos todo lo indicado a base de diálogos cortos y rítmicos. En el diálogo posterior, Marie revela a Sulpice que se está viendo con un joven tirolés que le salvó la vida (generalmente en las representaciones se suele explayar más en los detalles, a diferencia de las grabaciones). Precisamente en ese momento aparece arrestado por los soldados del regimiento (Allons, allons, march', march'"); Marie tercia y logra que sea liberado ("C'est un traître/Un instant"). Cuando al fin libera al tirolés llega el momento para que Marie haga su primera gran intervención inolvidable: el canto del regimiento ("Chacun le sait, chacun le dit"), donde el aficionado a la ópera se sentirá como impulsado para seguir al regimiento y ese "le voilà, le voilà, le voilà ,morbleu... en la canción de su cantinera. Sulpice trata de alejar al tirolés y prepara a su regimiento ya que redoble insta al llamamiento ("Dès que l'appel sonne") . Cuando el regimiento parte Marie se queda sola lamentando el trato recibido por el tirolés; sin embargo, él aparece y nos permite disfrutar de una conversación hablada en principio- donde Tonio, el tirolés, se muestra sorprendido de la cantidad de padres que tiene ella (avez vous donc pour père tout un régiment....¿tenéis por padre un regimiento?)- y posteriormente en un emotivo dúo en el que se manifiestan claramente su amor. Dicho dúo tiene dos partes: en la primera, es Tonio quien recuerda cómo era su vida antes de conocerla y como cambió su forma de ser y arriesgarse" (Le beau pays de mon enfance...el bello país de mi infancia), posteriormente ambos entrelazan ese "De cet aveu si tendre" que será el referente de este dúo pues la segunda parte sigue la misma línea que la anterior siendo Marie la que narra sus sensaciones a Tonio (Longtemps coquette, heureuse et vive... Mucho tiempo presumida, feliz y viva) y finalizar con ese mismo fragmento aunque son más recomendables ambas intervenciones individuales. Ambos marchan. En escena se ven ahora a la Marquesa, Hortensius (acompañante de la marquesa) y el propio Sulpice. La conversación, en principio encaminada a que la marquesa llegue sana y salva a su castillo, evoluciona hasta un punto impensable para la noble: de esa charla sabe que Marie, la cantinera del regimiento, es "pariente" suya e insta a Sulpice para que la traiga a su presencia y pueda la noble llevársela al castillo. Marie no quiere aunque al final cede...siempre que vaya acompañada por el regimiento (Rataplan, rataplan...similar no musicalmente pero sí en "alma" a esa canción del 21º regimiento que cantó antes). Llega Tonio vestido como soldado francés (Ah, mes amis quel jour de fête!...Ah, amigos míos ¡qué día de fiesta!) lleno de alegría pero desconociendo que los días de Marie en el regimiento están contados. El regimiento se niega a la relación hasta que Tonio les confirma que ella le ama a él; en este punto llega el fragmento más célebre de esta ópera: el aria de los nueve "do" agudos (Pour mon âme! ...Por mi alma), bastante complejo, por cierto, para el tenor pero que lo encumbra cuando lo hace bien. Marie aparece para anunciar que se ha de marchar del regimiento ("Il faut partir" ...hay que irse), lo que provoca una escena coral emotiva donde los integrantes del regimiento (incluido Sulpice y Tonio) lamentan la marcha de su "hija". Marie nos anticipa aquí el tono de su intervención en el segundo acto. Tonio quiere seguirla mas el hecho de haberse enrolado al ejército hace que sea frenado por Sulpice, lo que provoca la desesperación de los dos jóvenes al verse separados. Mientras que la Marquesa se lleva a Marie, los demás soldados retienen apesadumbrados a un desquiciado Tonio.
ACTO II - Castillo de Berkenfield. Sala interior
La boda está concertada entre Marie y el duque de Crakentorp pero la marquesa sigue preocupada porque su "pariente" no ha mostrado ilusión, entusiasmo por el evento. Aparece la joven cabizbaja, consciente de su futuro. Empieza la clase de música donde la sobriedad de las primeras estrofas (Le jour naissait...) es turbada por fugaces y provocadoras menciones de Sulpice en referencia a un cierto parecido de la melodía con la canción del 21º Regimiento. La marquesa intenta en vano frenar el impulso de la joven y del oficial francés pero éstos son más persistentes (C'est le refrain du régiment... Es el estribillo del regimiento) ante el horror de la noble. Marie se queda sola y "nos abre el corazón" recordando a sus compañeros del regimiento. La aparición de sus viejos compañeros anima a Marie a mostrar su satisfacción del mejor modo para que Donizetti triunfase en París (Salut à la France!) con un canto de corte patriótico (se suele representar con una bandera francesa en mano de la protagonista). Tonio, ya oficial, aparece pudiendo asistir el oyente/espectador a un trío divertido (Tous les trois réunis... Los tres reunidos) donde Marie y Tonio intentan que Sulpice interceda por los dos. La marquesa irrumpe en la sala; Tonio trata de convencerla para acepte la boda de los dos jóvenes ("Pour me rapprocher de Marie"...Para acercarme a Marie) con un aria que no goza de la popularidad en comparación con el aria de los nueve "do" pero eso no impide valorar este aria como se merece: le agradará sin duda. El sentir de Tonio culmina con la petición a la marquesa para devolverle su único bien.. La marquesa no cede, se muestra inflexible con el joven pero siente en su interior la necesidad de explicarle la historia a Sulpice, la verdadera: Marie es algo más que su "pariente"...es su hija.
Llegan los invitados a la boda. Cuando Marie, hundida y desmoralizada, comparece para la boda, el regimiento entra por la fuerza bajo el mando de Tonio (Suivez-moi!, suivez-moi!/Au secours de notre fille!...Seguidme,seguidme/Al socorro de nuestra hija). El regimiento narra a los invitados de la alta nobleza el pasado de Marie como cantinera desde que era pequeña. Ella confirma a los asistentes de forma orgullosa como los soldados la rescataron y "guiaron sus primeros pasos" mientras éstos comprenden todo lo acontecido. La marquesa no puede más y paraliza la boda observando que Marie y Tonio se adoran y que sería un sacrificio obligar a su hija a casarse con quien ella no quiere. Finalmente, la noble acepta la boda de Marie y Tonio. En medio de la felicidad, la ópera finaliza con ese "Salut à la France" cantado por todos y que tanto impresiona.
José Bros
Nacido en Barcelona, cursa sus estudios musicales en el Conservatorio Superior Municipal de Música de su ciudad, y de canto bajo la dirección de Jaume Francisco Puig. En 1986 es premiado en el Concurso Internacional de Canto Francisco Viñas y al año siguiente debuta en Palma de Mallorca con Carmina Burana; al mismo tiempo alterna sus estudios con la participación en numerosas temporadas de ópera y conciertos en España, Italia y Gran Bretaña.
En 1991 debuta con Don Giovanni y Don Paquale en Sabadell, en la temporada de los Amics de l’Ópera de Sabadell, y en 1992 debuta inesperadamente en el Gran Teatre del Liceu junto a Edita Gruberova en Anna Bolena, consiguiendo un gran éxito de público y crítica que le abre las puertas de los más prestigiosos teatros del mundo: Scala de Milán, Covent Garden de Londres, Staatsoper de Viena, Teatro Real de Madrid, Teatro Colón de Buenos Aires, Ópera de San Francisco, Teatro San Carlos de Nápoles, Bayerische Staatsoper de Munich, así como los teatros de Hamburgo, Roma, Tokio, Los Angeles, Washington, Amsterdam, Berlín, Florencia, Lisboa, Zurich, Parma, Palermo, Turín, Toulouse, Sevilla, Bilbao y Oviedo, además de Festivales como los de Peralada y San Sebastián.
José Bros está actualmente considerado uno de los máximos exponentes del repertorio belcantista romántico, habiendo debutado en el transcurso de pocos años más de 40 títulos de este estilo entre los que destacan Lucia di Lammermoor, La Sonnambula, I Puritani, L’elisir d’amore, Rigoletto, Anna Bolena, Don Pasquale, La Favorita, Roberto Devereux, La Fille du Régiment o Lucrezia Borgia, además de Manon de Massenet, Werther y La Traviata, sin olvidar las mozartianas Don Giovanni, El Rapto en el Serrallo, Così fan tutte y La Flauta Mágica.
En el campo del concierto y del oratorio también realiza una considerable actividad que lo ha llevado a actuar en salas tan emblemáticas como el Palau de la Música de Valencia, el Euskalduna de Bilbao, el Kursaal de San Sebastián, el Baluarte de Pamplona, el Auditorio de Palma de Mallorca, las Philharmonie de Colonia y de Munich, la Konzerthaus de Viena, la del Conservatorio de Santa Cecilia de Roma, el Carnegie Hall de Nueva York, o el barcelonés Palau de la Música Catalana, entre otras. En 2003 fue nombrado académico por la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes de San Fernando (Cádiz) y, entre otros galardones, ha obtenido los premios Parma Lirica del Teatro Regio de Parma por su interpretación de Rigoletto, Lauri Volpi de la Ópera de Roma por su interpretación de Lucia di Lammermoor, el Premio Corelli del Teatro delle Muse de Ancona por su interpretación en Il Pirata y, recientemente, el Premio Federico Romero concedido por la SGAE. En el año 2006 se le concedió el Premio Lírico Teatro Campoamor, en su primera edición, al mejor cantante de ópera.
También ha participado en numerosas representaciones de zarzuela, destacando Doña Francisquita en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, Los Gavilanes en Palma de Mallorca, La Tabernera del Puerto en el Teatro de la Zarzuela y en Oviedo, Luisa Fernanda en el Teatro Real, la Scala de Milán y el Festival de Peralada, y, próximamente, La Bruja, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
Sus grabaciones incluyen versiones completas de las óperas Anna Bolena, Lucia di Lammermoor (una con Mariella Devia y dirigida por Zubin Mehta y otra con Edita Gruberova, bajo la dirección de Friedrich Haider), La Sonnambula, Roberto Devereux, Ildegonda, Luisa Fernanda, el Miserere de Hilarión Eslava y Por amor, un disco con romanzas y dúos de zarzuela junto a la soprano María Gallego, mientras que en DVD posee registros de L’amico Fritz, Il Viaggio a Reims, I Puritani, La Sonnambula, La Traviata, Don Giovanni y Luisa Fernanda.