LOS BOLOS
Hay cuatro especialidades de este deporte en Cantabria, bolo palma, pasabolo tablón, pasabolo losa y bolo pasiego. La primera de las especialidades de los bolos es la más extendida, rebasando el propio ámbito regional a la zona oriental de Asturias, y siendo el que mayor complejidad presenta a la hora de jugar. La existencia de boleras o corros destinados al juego de los bolos es importante en todos los núcleos de población de Cantabria, localizándose generalmente próximos a la iglesia o bar del pueblo.
Desde finales de los años 1980 los bolos viven una época de consolidación con la potenciación de las escuelas de bolos, impulsadas por los diferentes ayuntamientos e instituciones cántabras; las competiciones de Liga, Copa y Circuitos Regionales o Nacionales o su expansión mediática motivado por el interés social.
EL REMO
Como en toda la costa norte de España, especialmente en Cantabria y el País Vasco, el remo es un deporte muy tradicional en las localidades costeras. Los orígenes del remo se remontan atrás varios siglos, cuando varias traineras de cada pueblo se disputaban la venta del pescado, que se reservaba a la embarcación que antes llegase a la lonja. Fue a finales del siglo XIX cuando el trabajo se convirtió en deporte y se comenzaron a organizar regatas entre localidades del Cantábrico. Los clubes de Cantabria, especialmente Astillero, Castro Urdiales, Pedreña y Club de Remo Ciudad de Santander son de los más laureados en la historia de este deporte y actualmente atraviesan unos de sus mejores momentos deportivos tras décadas de sequía de trofeos.
FOLCLORE
El Folclore de Cantabria presenta un gran variedad a lo largo de sus valles con complicadas danzas de lanzas o paloteo, formas populares como el pericote o las jotas montañesa acompañadas siempre de la rica música vocal.
El pericote lebaniego (de finales del siglo XVII. Esta danza se baila principalmente en la zona de los Picos de Europa con características genuinas, distintas del pericote asturiano. Es una danza de romería movida aunque monótona, pero se trata de ser el único baile de nuestra región en el que un mozo baila con dos mozas. Entra en juego la coquetería y se finge resistencia a bailar con algún que otro desprecio y el dejarse convencer, muy típico de los bailes de Cantabria).
Jotas montañesas (bailes de romería cuyo origen no se conoce con fijeza, pero que seguramente comenzaron a bailarse en el siglo XV o a principios del XVI. Los mozos y las mozas se reúnen alrededor de la Ermita de los santos o en la plaza del pueblo y bailan en grupos de dos, tres, cuatro o más parejas) o religiosas como picayos.
LAS MARZAS
Las Marzas, como su nombre indica, son cantos propios del mes de marzo, concretamente se celebran el último día de febrero o el primero de marzo. Provienen del latín Kalendae Martiae y su tradición se remonta a muchos siglos atrás, posiblemente incluso anterior a la llegada de los romanos.
Consistía en una comitiva formada por chicos jóvenes del lugar, provistos de palos, cestas, sacos... que recorrían al anochecer una por una las casas de los vecinos pidiendo aguinaldos a cambio de los cantos que entonaban que variaban según la época del año ( había marzas de Nochebuena, Año Nuevo, Reyes y Pascua.
Era costumbre dirigirse a los dueños de la casa antes de empezar con la frase: ¿Cantamos o rezamos? por si en la casa se estaba de luto. A la hora de la despedida, si los dueños habían sido dadivosos, se les daba el "buen dao". Para los más huraños o tacaños, existían las mar- zas "rutonas" o de "ruimbraga":
ROMANCE DEL CONDE DE LARA (Santander)
Danza interensantísima. Según don Ramón Menéndez Pidal, se trata de una supervivencia de alguna danza cortesana mediaval. Su ejecución es muy ceremoniosa. Los varones van ridiéndose al paso de las mujeres, las cuales se mueven con una impresionante mesura y honestidad. No parece de origen popular, sino erudito, de salón, de cortesanía. Desarrollado en forma mixta, con movimientos y giros de suma elegancia, no puede ocultar este baile su origen cortesano. El pueblo ha sabido recoger ese ambiente y conservarlo. Por supuesto, el propio pueblo ha incorporado a la danza modalidades y transformaciones de indudable origen popular, que no hacen sino confirmar la sutil facilidad de adaptación del medio popular castellano a la cortesanía medieval. En cuanto a las características del modo instrumental las melodías son claras y el optimismo de sus melodías es evidente. Los mozos danzan vivamente un paso de picayo de mucha agilidad, inclinándose con reverencia al paso de las mozas.
Existió una rica tradición de música vocal donde destacan la característica tonada montañesa con la voz sola o acompañada de gaita, las rondas, las mordaces coplas acompañadas por el rabel y las pandereteras. Una agrupación instrumental bastante popular es la constituida por un tamboril y un clarinete agudo denominado localmente como pitu montañés. Otros aerófonos tradicionales han sido la gaita, en expansión, y la vozaina, el silbu o los albogues ya en desuso.
Cada una de las comarcas cántabras, cada uno de sus valles, del mismo modo que posee su propia personalidad y costumbres, luce con orgullo sus trajes tradicionales, diferentes y únicos, memoria hoy de tiempos pasados.
El Folclore de Cantabria presenta un gran variedad a lo largo de sus valles con complicadas danzas de lanzas o paloteo, formas populares como el pericote lebaniego o jotas montañesas o religiosas como picayos.
Existió una rica tradición de música vocal donde destacan la característica tonada montañesa con la voz sola o acompañada de gaita, las rondas, las mordaces coplas acompañadas por el rabel y las pandereteras . Una agrupación instrumental bastante popular es la constituida por un tamboril y un clarinete agudo denominado localmente como pitu montañés. Otros aerófonos tradicionales han sido la gaita, en expansión, y la vozaina, el silbu o los albogues ya en desuso.