"Es regla general en todos los toros quando usan de la acción ofensiva, que parten precipitados a coger el objeto que se les presenta; y como que las armas que esgrimen las llevan en la cabeza, quando quieren ofender la humillan, tirando una cabezada, la repiten si quedan con el objeto. [...] porque si el toro, para ofender, corre al objeto con precipitación, y le tira una cabezada para cogerlo, ¿qué cosa más natural y cierta para burlarlo que reducirlo al mismo objeto, y luego que llegue, quitárselo de delante? Este es el constitutivo esencial de la suerte y el principio elemental con que se forman todas las que se conocen".
YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.
martes, 5 de junio de 2012
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