YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

lunes, 4 de febrero de 2013

El pintor cántabro Eduardo Pisano regresa a Montparnasse

Montparnasse terre d’asile, Eduardo Pisano, peintre espagnol







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 Las obras del pintor cántabro Eduardo Pisano vuelven allí donde nacieron, al barrio parisino de Montparnasse, enclave histórico de artistas que sirvió de refugio y asilo a numerosos creadores durante el siglo XX. El Museo de Montparnasse organiza con la colaboración del Instituto Cervantes de París una gran exposición inédita sobre Pisano, que exhibirá sesenta obras del autor nacido en Torrelavega en 1912, entre pinturas, dibujos y monotipos (grabados). Las piezas se presentan por primera vez en Francia ya que provienen de los fondos privados de la familia Licoys, cuyo patriarca «se dedicó a adquirir sus obras hace treinta años», asegura Eric Licoys. Abierta al público desde ayer, la inauguración oficial tendrá lugar este próximo lunes y se podrá visitar hasta el 17 de marzo. Antiguo soldado republicano y posteriormente exiliado tras la Guerra Civil, Pisano vivió en Francia desde los años 40 hasta su muerte en 1986. Sobresalió por ser un pintor que utilizó «el color, la línea, la energía y el drama como señas constitutivas de un estilo profundamente original», tal y como aseguran responsables del Museo parisino, que abren con Pisano una serie de muestras titulada 'Montparnasse, tierra de asilo, tierra de exilio' en homenaje a artistas desterrados. «Eduardo Pisano no es muy conocido en Francia, por lo que he emprendido esta operación para conseguir un reconocimiento más grande de su pintura», explica el coleccionista Licoys. Una tarea que el año pasado se desarrolló en su tierra natal, donde se celebraron tres exposiciones en Santander -Parlamento regional- y Torrelavega -CN Foto y sala Mauro Muriedas- con motivo del centenario del nacimiento de Pisano para dar luz a una brillante trayectoria hasta ahora nunca convenientemente reconocida. Carmen Carrión, que fue comisaria de estas tres propuestas, también colabora en la organización de la cita de París. Del realismo a la abstracción Pisano fue soldado republicano durante la Guerra Civil (1936-39), interno de los campos de internamiento franceses y posteriormente obligado a desempeñar trabajos forzados por las tropas de ocupación nazis, por lo que «su pintura es un poco torturada por momentos», explica Licoys. Sin embargo, su mensaje es optimista, porque, tal y como contó en sus memorias, tenía intención de «olvidar todo ese periodo de guerra violento» y consagrarse «a la belleza», explicó Caroline Larroumet, comisaria de la exposición en la capital francesa. Así, su obra se inicia muy próxima al cubismo y al realismo, en tonos oscuros y relativos a sus recuerdos melancólicos de infancia en Cantabria, para terminar cercana a la abstracción, con una «emersión del amarillo, el rojo, de colores primarios muy fuertes y más luminosos». Pisano se instaló en París en 1947 y fue entonces cuando empezó a desarrollar la mayor parte de su obra, hasta su muerte en esta ciudad en 1986. La exposición del Museo Montparnasse reúne obras con sus temas más característicos: autorretratos, naturaleza muerta, religión, paisajes y escenas de folclore de su recordada Cantabria... Y es que Pisano no olvidó nunca sus raíces españolas y la evocación de su tierra natal fue un motor constante de su creación pictórica. Son frecuentes las figuras de saltimbanquis, payasos, bailarines, toreros, paisajes con relieves accidentados, el mar, los campesinos trabajando las tierras, las composiciones florales... Artista atípico, original, influenciado por Goya, El Greco y Georges Rouault, Pisano perteneció a la generación de una nueva Escuela Española de París, en la que se inscribieron artistas como Antoni Clavé, Manuel Ángel Ortiz o Emilio Grau Sala, «un gran amigo suyo», cuenta Licoys. «Cuando un artista venía llamaba a su amigo, que llamaba a un segundo y se reunían en cafés famosos como Le Select o La Coupole, hablaban del país, se comprendían, hablaban el mismo idioma, habían atravesado las mismas pruebas, muchas veces relacionadas con esa Guerra Civil, intercambiaban recuerdos, se apoyaban y admiraban entre ellos», añade.

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