Evangelio
En aquel tiempo, las autoridades y el pueblo hacían muecas a Jesús, diciendo:
«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: Éste es el Rey de los judíos.
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
Pero el otro lo increpaba:
«¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
Jesús le respondió:
«Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Lucas 23, 35-43
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