Luis Candelas se hace en Santander amante de una dama de la alta sociedad que estaba casada.Ella rompe con él ante las sospechas de su marido y él le pide explicaciones. A la salida de misa de doce en la Catedral ella le insulta y él furioso le abofetea delante de todo el mundo en la escalinata del templo, tiene que huir perseguido por el cornudo marido, se marcha a Lisboa. Comete robos, pero no aguanta Portugal con lo que decide volver a Madrid.
YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.
viernes, 30 de mayo de 2014
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