YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

sábado, 26 de julio de 2014

Los Maestros canteros de Trasmiera



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La fama de los maestros canteros de esta comarca se remonta a la Edad Media. El oficio de cantero tenía una buena preparación y era tradicional y conocido más allá de sus fronteras trasmeranas. Durante los siglos XV al XVIII se dio el gran auge en España, Portugal y colonias americanas. Muchos de ellos trabajaron en obras tan especiales como el Monasterio de El Escorial, Monasterio de los Jerónimos de Lisboa y Convento de Cristo de Tomar y la Catedral de Sigüenza y en grandes monumentos de Galicia. Sin embargo no dejaron apenas huella en Cantabria.


Se sabe que a principios del siglo XII un gran número de canteros de Trasmiera fueron llamados para trabajar en la construcción de las murallas de Ávila. A partir del siglo XV se sabe por documentos que estaban trabajando por toda Castilla y que tenían puestos de gran responsabilidad. Se vieron en la necesidad de crear una agrupación de gremio, agrupación cerrada y esotérica en la que se comunicaban por medio de una jerga especial que sólo ellos conocían. Esta jerga lingüística se llamaba La Pantoja. El oficio se trasmitía de padres a hijos, por lo que estos últimos gozaban de un aprendizaje especial que les permitía ser maestros y dirigir obras de catedrales antes de los 30 años.

Las contratas eran temporales. La emigración se daba por lo general en el mes de marzo para regresar en el invierno. Los canteros de más fama y más solicitados estaban a veces años fuera de su tierra y sólo regresaban para contraer matrimonio o para administrar sus propiedades y a veces para hacer testamento. Aunque estuvieran largos años fuera de su casa no perdían su condición de vecinos del lugar de origen. El apellido suele reflejar casi siempre el lugar de procedencia. Algunos de estos canteros llegaron a obtener una condición de hidalguía con sus propias armas heráldicasotorgadas por el rey, por lo que ocuparon en ocasiones cargos públicos.
Maestros canteros de renombre y alguna de sus obras
Juan de Castillo, Monasterio de los Jerónimos (Lisboa), Convento de Cristo (Tomar), Fuerte de Mazagão (Marruecos), Monasterio de Batalla, Monasterio de Alcobaça. Arquitecto real de los Reyes Manuel I y Juan III de Portugal.
Diego de Castillo, Universidad de Coimbra, Monasterio de la Sierra del Pilar de Gaia (Portugal)
Gil de Hontañón Catedral de Toledo, Segovia, Salamanca
Diego de Riaño, catedral y casa consistorial de Sevilla
Juan de Herrera el Trasmerano, catedral de Santiago de Compostela
Juan de Maeda, catedrales de Granada y Sevilla
Diego de Praves, arquitecto real en Valladolid
Juan de Nantes, obras en Valladolid
Francisco de Praves, arquitecto del duque de Lerma en Valladolid
Marcos de Vierna, Comisario General de Obras Públicas en los reinados de Fernando VI y Carlos III.
Valentín Mazarrasa, con obras en Valladolid, Toro y Zamora
Julián Mazarrasa, autor además de un tratado de Arquitectura

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