Su origen nos es desconocido, pero ya formaba parte de los ritos festivos y sociales de las aldeas y valles de la zona oriental de Cantabria durante el siglo XIX. Al parecer pudo ser una adaptación de un juego de tablón de Burgos que comenza- ría practicándose en Ampuero hacia 1880. Posteriormente se iría expadiendo a Rasines, Ramales, Carranza y todo el valle del Asón. Cuando este deporte entró al Pais Vasco, los lugare- ños decían que allí ya se jugaba, aunque no podemos saber cual de todas las versiones es la cierta.
Uno de los factores que pone de manifiesto el origen arcaico y marcadamente rural de este deporte es el importante papel que juega la madera, como materia básica.
El pasabolo tablón lleva desde el siglo XIX en Cantabria
Este deporte se seguió practicando en nuestras aldeas y pueblos, sobre todo en ocasiones especiales como fiestas populares. Los mozos disputaban amistosas, pero reñidas partidas al atardecer. Las boleras eran por entonces luga- res de encuentro y convivencia de niños, jóvenes y mayores en los pocos momentos de esparcimiento que permitían las labores del campo.
En 1920 se jugó en Laredo el primer torneo de pasabolo tablón de Cantabria. No obstante no había ningún tipo de organización en este deporte hasta que en 1970 aparece el primer reglamento que unifica los sistemas de juego que tan dispares eran de un pueblo a otro.
YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.
jueves, 14 de agosto de 2014
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