Caballero de Santiago, nació en Secadura, Junta de Voto, en fecha desconocida. Murió en 1559.Fue a Perú con Pedro de Alvarado en 1534. Entre ellos no existían nexos de familia. Se le señala como avaro y cruel. Durante esta etapa de la guerra en Perú (de aproximadamente 1537 a 1555), Alvarado fue una figura determinante e influyente en pro de los intereses de España. Siempre se mantuvo con quien pensó que eran sinceros representantes de la corona, y no en todas las ocasiones esta posición aseguraba condiciones de seguridad ni de ganancias. Por tanto, en 1537, comandó las tropas de los seguidores de Francisco Pizarro, cuando Diego de Almagro se posesionó de Cuzco. Derrotado y capturado por este último, en Abancay, se pudo escapar en medio de condiciones en extremo difíciles y peligrosas. Se reunificó con Pizarro a quien reconocía como legítimo gobernador de Perú, y tomó parte en las sangrientas revueltas que se sucedieron, siempre como un prominente líder militar y siempre sin éxito cuando estuvo en posiciones de comando. Aún así, se le reconoce como uno de los grandes dentro de la causa española, ocupando una alta posición militar. Cuando Francisco Hernández Girón levantó la rebelión en 1553, Alvarado fue puesto al frente de las tropas que se le deberían de enfrentar. En Chuquinga, en 1554, Alvarado sufrió una derrota a manos de los insurgentes. Abrumado por la melancolía debido a este último desastre, se retiró y murió cinco años más tarde. Su principal logro sin embargo fue la pacificación de Chachapoyas en la región noreste de Perú, entre los años 1535 y 1536; se trató del primer paso que se emprendía en Perú en los viajes hacia la cuenca del Amazonas. Alvarado contrajo matrimonio cuando hizo una corta visita a España en 1544.
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YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.
jueves, 9 de octubre de 2014
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