El nacimiento en 1930 de la cooperativa lechera SAM marcó un hito en la historia de la industria láctea española. Gracias a esta iniciativa y a la presencia de otra gran fábrica como Nestlé, Cantabria mantuvo durante décadas una incontestable hegemonía en la distribución de leche y derivados lácteos. La pujanza de aquel proyecto cooperativista y la visión de los hombres que la hicieron posible, entre los que destaca el entonces canónigo de la catedral de Santander, Lauro Fernández (Don Lauro), se describen en un libro de Pedro Casado sobre la historia de SAM.
YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.
jueves, 20 de noviembre de 2014
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