YO soy mucho de la Montaña. Soy de la Montaña de toda la vida. De la mar de Castilla. De la que crió a media España con el Pelargón que Nestlé hacía en La Penilla. Soy de la Montaña del sobao pasiego.La que inventó la emigración antes que nadie y eso de los emprendedores antes que existiera tal palabra. Hablo de la Montaña de los montañeses de Sevilla y de los chicucos de Cádiz. La de los jándalos que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador de un almacén de ultramarinos o de una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el babi de crudillo, ahorraron y cuando tuvieron un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemáticos nombres en recuerdo de su tierra: El Valle del Pas, La Flor de Toranzo, La Gloria de Villacarriedo. Esa es mi Montaña, qué Cantabria ni Cantabria.ANTONIO BURGOS.

lunes, 10 de marzo de 2014

A la cárcel, a la cárcel con El Gallo...












¡ENVIADLO A LA CÁRCEL!

Las reacciones de los públicos presentes en una plaza de toros son muy dispares y en ellas influyen una gran cantidad de factores: las faenas, el tiempo, el ganado...Por ello, a menudo se producen grandes manifestaciones de fervor popular en una plaza, tanto a favor como en contra.

En esta ocasión, pasamos a relatar una anécdota sucedida a Rafael Gómez El Gallo en Valladolid. Antiguamente, se tenía por práctica habitual anunciar seis toros para dos toreros.

Habiendo matado El Gallo el primero de su lote, no había tenido el ilustre torero mucha suerte y su actuación había sido más bien gris. En esto que un espectador comenzó a increparle duramente a la muerte del toro y gritaba:


A la cárcel, a la cárcel con El Gallo... 
A lo que Rafael, consciente de que aún le quedaban dos toros encerrados, respondió: 
- A la cárcel...¡ qué más quiesese yo con lo que me queda ahí dentro!

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